Me ha gustado Mentiras para principiantes.
Está dividido en ocho capítulos:
Espejismos, Alucinaciones,
Mitos,
Leyendas urbanas, Ficciones,
Mentirijillas, Interpretaciones
y Sueños.
Es un libro que ha tenido que esperar,
porque los poetas hablan en lenguaje de la tristeza,
y a veces hay que estar tristes para entenderlos.
Es difícil leer libros
que ha escrito gente que conoces.
Es especialmente difícil
si son poemas.
En la poesía,
uno puede hablar de absolutos,
exagerar,
subir los colores.
O bien bajar la saturación
de lo cotidiano
y exponer toda la gama de grises.
Uno escribe en poesía
para que tus amigos no te digan
«acha, tía,
no exageres,
que os habéis visto dos veces».
Abrí el libro
con miedo
de ver las costuras,
de notar las mentiras.
De no ver a Tomás Conde Ruano,
sino al personaje.
De verle escondido tras las líneas,
soplando castillos de humo
vacíos
escondido tras ese el hombre palabra.
Más con ese título.
Mentiras para
principiantes.
Pero no.
Hay de todo.
Me he encontrado
con un autor consciente de sí mismo,
intentando desnudarse
y riéndose de su vergüenza;
consciente y serio;
y tonto y con una media sonrisa
de quien encoge los hombros
al intentar dar una voltereta, y caer,
sabiendo que iba a caer,
sabiendo que lo intentaría igual.
Y de repente ¡zas!
Joder, Tomás.
Me has echado encima este poema.
¿Ahora cómo me lo voy a poder sacar?
Lo que te iba a decir de tus poemas
lo dicen tus poemas ya.
Aviso a navegantes:
algunos,
calan.
Sí. ¡Lo he hecho! Me he apuntado al curso de cómic que van a dar Jorge G y Juan Álvarez en Bellas Artes, en Murcia. Estoy más feliz… hmmm… ¿que cuando compramos los billetes a Japón? ¿que cuando le dieron el premio a Pablo? No sé, vamos, radiante como el que radia o irradia cosas.
Parece que voy a tener que puntualizar lo que escribí en aquel artículo sobre «qué hace una traductora nada más sacar el ordenador de la caja». ¿Que por qué? Porque os escribo desde mi flamante iMac de 21,5 pulgadas (morid un poco: 4GB de RAM, 1 tera de disco duro), cortesía del Dr. Mira &
Mi chico me manda esta cita de un reportaje de El País Semanal sobre deportes minoritarios: En las últimas páginas de su libro Correr o morir (Now Books), el imbatible sky runner Kilian Jornet esboza una justificación a su búsqueda quimérica, extenuante e irreversible. «Quizá corro porque necesito sentirme creador; necesito saber lo que hay
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