Hace años subimos los Pirineos, en plan familia y amigos. Un día incluso pasamos a Francia, que tenía los mismos pinos. Otro día nos perdimos unos pocos y los de la Guardia Civil dijeron a los demás que cuando lleváramos tres días por ahí mandarían a alguien, que estaban buscando aún al desaparecido de la semana anterior. Al bajar y recuperar la cobertura nos encontramos que alguien había puesto una olla de garbanzos a enfriar bajo nuestra caravana, haciendo que saltara todo el mecanismo antiterrorista y llegaran los de informativos de Antena3.
En ese viaje batí uno de mis récords: cociné crepes para desayunar para unas treinta personas. Pero hoy os cuento algo que me cambió, en ese viaje.
Subimos alto, hasta donde había nieve y caballos sueltos. Pero, subiéramos hasta donde subiéramos, por temprano que hubiéramos salido, por muy alto que escaláramos, en la cima siempre encontrábamos lo mismo.
Una mierda de vaca.
No una vaca. Un excremento de vaca. Una boñiga, vaya. No insisto más.
Y desde aquel momento, mi respeto por las vacas aumentó increíblemente. Porque de todos los que íbamos, más o menos experimentados, al llegar arriba no nos quedaban fuerzas para imitar a la vaca. La vaca siempre se había adelantado. La vaca nos había ganado. La palabra «vaca» perdió toda connotación negativa. Las vacas ya no daban sólo leche, filetes y cosas bonitas de cuero. No. Las vacas merecían un respeto adicional.
Por eso esta historia parece que va de una vaca. Pero no.
(Continuará)
La mejor persona que he conocido se llamaba Anita. Uno de sus lemas era «más vale conformarse que aguantarse». Lo interpreto como que es mejor buscar tu hueco en lo que hay, y ver qué puedes hacer al respecto.
Si quieres ser traductor jurado, me refiero. Oficialmente, intérprete jurado del Ministerio de Exteriores. El lunes pasado no, el anterior, salió en el BOE la convocatoria para este año de las pruebas del Ministerio para aquellas personas que quieran serlo y reúnan los requisitos exigidos, a saber, que [Sean] mayores de edad. [Posean] el título
¡Ya queda menos! Esta tarde, en Barcelona (Librería Malpaso, 19:00h) se presenta el libro que traduje el año pasado, Porno feminista, las políticas de producir placer. Es la típica cosa que llevo un año queriendo publicar aquí, hablando largo y tendido de ello, pero de momento no ha podido ser. Por redes sociales me temo
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