Ya lo he dicho en twitter (oh, el blogueo se muerde la cola), pero ¡qué gran cinco de noviembre para recordar! Un día histórico. Si no por otra cosa, porque algo, al menos una cosa, una persona, ha cambiado. Y por el ambiente que se respira.
Si me pongo poética voy a sonar antisistema: no me hagáis caso, el mensaje debe sonar esperanzador. ¿No os dan ganas de, no sé, lanzar fuegos artificiales? Aunque luego veamos todo derrumbarse…
Dan ganas de celebrarlo yendo a V de Viñeta, pero nooo, comprar más cómics este mes nooo. Nota: El avatar es de esta colección de Smashing Magazine.
De pequeña conocí a dos niñas inglesas increíbles. Eran hijas de un poeta y una pintora. ¿Quién no querría aprender su idioma? ¿De dónde habían salido? Salen en las fotos de mis cumpleaños… Publicaría las fotos, ochenteras y borrosas, pero también salgo yo, con aquellas gafas y aquellos pelos. No sería justo. Hoy he llegado
La fiesta española va de recordar a tus muertos. La fiesta americana, de recordar que vas a morir. De pasar miedo adrede. De convertir el miedo en disfraces y caramelos.
¿Os acordáis de lo que dije ayer, sobre estar descansada y que las cosas fueran fáciles? Pues hoy no es uno de esos días. Estoy hecha polvo. En cualquier caso, el tema de hoy no es ése. Va dedicado al otro Quique, el que no está aquí sino allá. El tema de hoy es: El
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