De pequeña conocí a dos niñas inglesas increíbles. Eran hijas de un poeta y una pintora. ¿Quién no querría aprender su idioma? ¿De dónde habían salido?
Salen en las fotos de mis cumpleaños… Publicaría las fotos, ochenteras y borrosas, pero también salgo yo, con aquellas gafas y aquellos pelos. No sería justo.
Hoy he llegado al trabajo y me ha dicho Pablo Campos:
—¿Eres tú la que me ha hablado de Alondra Bentley?
—Alondra López Bentley, la hermana de Clarazul. Hace años que no la veo. Es de tu edad, ¿de qué la conoces?
Y ha sacado el periódico.
Allí estaba Alondra.
Ahora resulta que es Alondra Bentley.
¿Quién no mataría por cantar así? ¿Quién no pagaría por escuchar su voz?
I feel alive, de Alondra Bentley (del disco Ashfield Avenue, sello Absolute Beginners). Aquí hay más canciones. Aquí hay más vídeos.
Pues hoy ya no quedan entradas.
Antes de saberlo le he preguntado a Lucía (ya hablamos a la vuelta del cole) si quería ir a un concierto: «Síiii, y yo toco la trompeta», me dice. «Sí cariño, pero vamos a escuchar y hay que estar en silencio» le respondo.
«¡Yo no quiero escuchar, yo quiero tocar la trompeta!» me contesta.
Me recuerda a muchos niños más mayores.
Lo malo de enterarse de estas cosas por internet es que te preparan mal para las noticias. Yo leía encantada, feliz, qué gran tema para el artículo 100 del blog… y de repente dicen en esta reseña «un homenaje a su madre, fallecida justo un año atrás», y piensas «¿qué? ¡¿Dios mío, Susan?! ¡no tenía ni idea! Las flores que pintó para mi madre… allí siguen, como siempre…»
Bueno, por lo que veo va a Elche el 15 de este mes, y también llevo desde el instituto queriendo ir al Sonorama, que es el 15 del que viene. Así que hay una posibilidad no muy difícil de oírla cantar en directo. Su hermana Clarazul ya nos dejó con la boca abierta una vez en una excursión… fue mágico. Y llevo todo el día escuchando el disco. Sólo puedo imaginar lo que será un concierto de Alondra.
De momento.
Un relato 100% real. Por Halloween y All Hallows Read y Todos los santos. Puesto que el relato anterior dio miedo, esta vez aviso. Quién sabe, quizá este os dé risa.
—A mi abuela, Mariana Casanova. Y a Marta Serrano. Felices 33, Marta.
La fiesta española va de recordar a tus muertos. La fiesta americana, de recordar que vas a morir. De pasar miedo adrede. De convertir el miedo en disfraces y caramelos.
Hay algo bonito en tener algunos libros en papel. Parto con la desventaja de tener cinco mil cómics en casa, veinticinco años de handicap friki.
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