Yo siempre intento arreglarlo. Pero a veces la gente no quiere que arregles nada, quiere que escuches y punto.
Ayer: «Mamá, con las alas serás un hada ingeniera. Este es tu destornillador mágico de arreglar cosas». Ojalá, hija.
En ese momento, para mí, se convierte en una experiencia masoquista: intentando disfrutar de la compañía y a la vez aguantar el dolor de ver cómo alguien se la pega, sin intervenir, sin hacer ni decir «nada».
«Nada», excepto escuchar y decir: «uf, eso suena muy duro».
—Uf, eso suena muy duro.
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Actualización: Me pasa Sabela en los comentarios este otro vídeo, muy ilustrativo, sobre la diferencia entre empatía y pena (ojo al falso amigo sympathy/simpatía):
¿Se puede tener más paciencia? ¿Cuánta? ¿Para qué? Hubo una época en la que sentía una presencia en el universo, y le hablaba. Le decía: dame paciencia. Porque no tengo. Solo mucho más tarde escuché el famoso chiste: Señor, dame paciencia… dame paciencia, porque si me das fuerza ¡lo mato!
Enhorabuena de nuevo a Medios y Proyectos por su éxito, en este caso el de Mejor Animación (aquí palmarés en valenciano). Si queréis verlo, está en los enlaces de YouTube que os pongo a continuación: aquí la versión con subtítulos en inglés y aquí la versión en español sin subtítulos. Ojo, no por ser una
La conciliación de la vida laboral, familiar, profesional y personal (la conciliación de todo, la conservación de la cordura) es una de las mayores preocupaciones de toda persona que trabaje y quiera además hacer alguna otra cosa con su vida (aunque sea ver al primer actor español ganar un Oscar). Por eso en su día
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