¿Para qué sirve tener una sociedad? Para que los fuertes protejan a los débiles. Para que los que sí pueden ayuden a los que aún no pueden o ya no pueden.
¿Qué es lo que más me indigna del Gobierno de España hoy?
Que le da la vuelta. Se comporta como una gran mafia que abusa de los débiles (los niños, los enfermos, los estudiantes, los mayores) para apoyar a los poderosos (los bancos, las grandes fortunas, el equipo de fútbol).
Que se hace la foto con la victoria y se esconde de la desgracia.
Uno es tan bueno como lo es con el más débil, con el que no puede devolver el favor. Lo que me tiene harta de esta gente es que el lema de la casa parece haber cambiado de plus ultra (más allá) a ser al débil, ni agua.
Hoy es un gran día para salir del armario, pero en la vida, como el Google+, hay muchos círculos y muchos armarios diferentes.
Leía hace poco un consejo para escribir una novela que decía: «escribe sobre aquello que no puedas comentar en la cena».
¿Os acordáis de lo que dije ayer, sobre estar descansada y que las cosas fueran fáciles? Pues hoy no es uno de esos días. Estoy hecha polvo. En cualquier caso, el tema de hoy no es ése. Va dedicado al otro Quique, el que no está aquí sino allá. El tema de hoy es: El
Aprovechando que Lucía duerme y P está jugando al Texas Hold’em con los matemáticos, cierro el Factusol, el correo y todo un ratito y os cuento algunas cosas… estoy muerta, así que este artículo tiene dos resultados garantizados (Simpsons: ¡Nosegarantizanresultados!): desconexión de la temática interna y probablemente (argh) alguna erratilla. Vayamos por partes. El jueves
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