El martes trajeron tres alumnas a mi clase, como práctica, una entrevista al actor que protagonizó Breaking Bad. Contenía la pregunta:
¿Qué harías si te quedara un año de vida?
Se me hizo curioso pensar, en ese instante, justo ahora que hace un año que se fue Benita, mi madre alemana, que si me quedara un año de vida estaría… justo en este lugar, en ese momento.
Que si me quedara solo un año, tendría más motivos y no menos para intentar transmitir lo [¿poco?] que he aprendido en estos casi 35 años.
Estoy disfrutando mucho del privilegio que es poder darles clase. Son brillantes, son sensibles, se lo curran. Ya presentan mejor que la mayor parte de los ponentes de los congresos… lo que claramente es la idea; por no mencionar el apoyo gráfico, que es a menudo espectacular.
Es una pena que el mundo se lo pierda, así que les he empujado a que abran un blog (del que no tengo ni las claves, es cosa suya). Está en:
Está claro que el nombre no lo he elegido yo, que huyo de los -trad- y los -mur- como de la peste (no os ofendáis, huyo de ellos para mí). XD
Esta mañana hablaba con un grupo de matemáticos en el desayuno (en mi vida esto es algo común) y comentábamos el descenso de la inversión en I+D de las empresas en los últimos tiempos. Yo decía: —Tenéis que entender que una empresa tiene el deber de proteger su existencia. Sólo si sigue existiendo podrá un
Os voy a contar una cosa que espero os escandalice: las deudas de las entidades públicas no son tan malas como dicen los periódicos. Son mucho peores, porque han decidido… dejar de contabilizar las facturas. Es la ley del cajón.
Parece que voy a tener que puntualizar lo que escribí en aquel artículo sobre «qué hace una traductora nada más sacar el ordenador de la caja». ¿Que por qué? Porque os escribo desde mi flamante iMac de 21,5 pulgadas (morid un poco: 4GB de RAM, 1 tera de disco duro), cortesía del Dr. Mira &
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