Hace años subimos los Pirineos, en plan familia y amigos. Un día incluso pasamos a Francia, que tenía los mismos pinos. Otro día nos perdimos unos pocos y los de la Guardia Civil dijeron a los demás que cuando lleváramos tres días por ahí mandarían a alguien, que estaban buscando aún al desaparecido de la semana anterior. Al bajar y recuperar la cobertura nos encontramos que alguien había puesto una olla de garbanzos a enfriar bajo nuestra caravana, haciendo que saltara todo el mecanismo antiterrorista y llegaran los de informativos de Antena3.
En ese viaje batí uno de mis récords: cociné crepes para desayunar para unas treinta personas. Pero hoy os cuento algo que me cambió, en ese viaje.
Subimos alto, hasta donde había nieve y caballos sueltos. Pero, subiéramos hasta donde subiéramos, por temprano que hubiéramos salido, por muy alto que escaláramos, en la cima siempre encontrábamos lo mismo.
Una mierda de vaca.
No una vaca. Un excremento de vaca. Una boñiga, vaya. No insisto más.
Y desde aquel momento, mi respeto por las vacas aumentó increíblemente. Porque de todos los que íbamos, más o menos experimentados, al llegar arriba no nos quedaban fuerzas para imitar a la vaca. La vaca siempre se había adelantado. La vaca nos había ganado. La palabra «vaca» perdió toda connotación negativa. Las vacas ya no daban sólo leche, filetes y cosas bonitas de cuero. No. Las vacas merecían un respeto adicional.
Por eso esta historia parece que va de una vaca. Pero no.
(Continuará)
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Como sabéis, hace poco estuve en Nueva York. Mi primer objetivo era ver La noche estrellada de Van Gogh, y el segundo acercarme a The Stonewall Inn,un sitio mítico donde los haya. El lugar donde empezó toda la lucha por la liberación LGBTIQ+… etc. Se vino Willow, a la que podéis ver en esta foto tan feliz:
Barcelona huele a pan. A pan recién hecho. No a pan de payés (pa de pagès), sino a cruasanes de mantequilla crujientes. Tenía esa frase escrita desde hace días. Después de una hora dándole el follón a Lucía para que escriba su diario, me doy cuenta de que todo lo que le digo a ella
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