El fin del mundo se acercó… pero luego todo volvió a la normalidad, como en el Restaurante del Fin del Mundo. No sé si os habréis enterado, pero ayer durante un par de horas… ¡Gmail dejó de funcionar! El horror, la locura. A mí me molestó, pero ahí estaba Thunderbird y mi propio servidor POP3/IMAP para, curiosamente, cubrir el hueco.
Parecía imposible, pero ¿sabéis qué pienso? Está bien ver que en Google todavía son humanos. Una empresa como tantas que puede fallar, durante unas horas, y luego sacar un post dos artículos en sus blogs para reconocerlo y dar explicaciones, que oye, bien hecho. Para eso también están los blogs de las empresas ([autobombo on]en Matiz, la agencia de traducción e interpretación que dirijo[autobombo /off], también tuvimos problemas con el correo después del cambio de centro de datos de nuestro proveedor). Precisamente a raíz de eso estábamos pensando esta semana en cambiarnos a Google Apps, pensando, bueno, otros servicios se caen, pero ¿cuántas veces se ha caído Gmail? Oops. Quizá, como en todo, tener un sistema de repuesto sea lo más prudente.
¿Y si hubiera dejado de funcionar del todo, para siempre? Pues lo primero que hice cuando empezó a dar fallos fue hacer una copia de seguridad de la lista de tareas ¡que es lo único que no se sincroniza con nada ahora mismo! No lo había pensado. Los calendarios sí los llevo en el iPod.
En cualquier caso, el revuelo en Twitter ha sido increíble, lo que una vez más muestra lo imparable que es la información (/indignación) ahora: todo un escándalo, en menos de dos horas.
Que si alguien había tropezado con un cable, que si habían metido Google en Google…
Y por supuesto, el grito de socorro, ¡no funciona interné! 🙂
Nada, todo ha sido un mal sueño, no hay nada que ver, circulen, circulen.
Seré breve, porque tengo delante a Mary Jane. Sirva para decir que Mary Jane no soy yo, ni es María, es otra persona, pero este no es su nombre real, por si lo habíais dudado. Estamos al fresco en un FresCo, y tiene el siguiente dilema: Chica de 34 años, sin ataduras familiares, con hipoteca
Este año he currado como nunca, y he llegado a fin de año feliz y con mi vida llena de maravillas. No necesito nada que no tenga ya. Y como os portásteis muy bien con la carta del año pasado…* lo que os pido este año es que encuentren curro estos tres reyes a los
Los cambios vitales tristemente no son momentos llenos de música dramática de fondo y efectos de luz, sino pequeñas acciones aparentemente intrascendentes, que se convierten en manías, costumbres, y finalmente en tu nueva vida, no 2.0, sino 1.000001 (beta). Son cosas pequeñas que van acumulando valor, como una huchita. Y los pequeños cambios vitales que
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