Categoría: poesía

Más desnuda que sin ropa.

  • Dame un beso cálido

    Dame un beso cálido

    Un beso como el primer pie en la arena
    Un beso como el asiento de atrás, tras la playa
    Un beso como la cinta de casette que se ha derretido
    Un beso como un semáforo bajo el sol hace treinta años
    Un beso como robar una patata frita de la cocina
    Un beso como tus orejas cuando tu madre cuenta esa historia
    Un beso como Roma ardiendo en la pantalla
    Un beso como salir a la pizarra sin estudiar
    Un beso como esas fotos tuyas que guardo
    Un beso como un termostato roto
    Un beso como un ascensor lleno de nuevas en septiembre
    Un beso como esa gota que baja
    Un beso como el corazón de Islandia
    Un beso como la piel tras el sol de la nieve
    Un beso como el primer churro de la bolsa
    Un beso como un vaquero el 8 de enero
    Un beso como un cruce de piernas estratégico
    Un beso como un venti volcándose sobre ti en Madrid
    Un beso como un café de bar en Murcia
    Un beso como mozzarella derritiendo el paladar
    Un beso como la mano bajo la mesa
    Un beso como ponerte de pie y decir lo que piensas
    Un beso como hablar en la radio y decir esto es una vergüenza
    Un beso como decir «no me importa la prima de riesgo, me importa que los ricos son más ricos y los pobres son más pobres, y hay más pobres que nunca»
    Un beso como el silencio que sigue
    Un beso como el silencio de radio
    Un beso como esos diez segundos sin decir nada cuando ya te ibas
    Un beso como esa mano que se estira de vuelta tras el abrazo
    Un beso como esos abrazos que duran bastante más que demasiado
    Un beso, como tú quieras.


    Foto: Dylan Hartmann.

  • Me dejas de piedra, o de agua

    Me dejas de piedra, o de agua

    Como el agua
    Del Segura
    Me robas de noche
    Y me devuelves al cauce
    Cubierta de espuma.
    Hervida tras la ducha
    Bajo mucho menos oscura
    Transparente y verde
    Las cañas más bien me arrullan
    Entre los puentes
    Susurro
    Nadie sabe de nuestra aventura.

  • Estabas bello

    Estabas bello

    Estabas frío,
    te culpé.
    Estabas muerto,
    me culpé.
    Estabas mudo,
    me sentí sorda,
    la culpé.
    ¿O estaba yo sorda?
    Estabas ido.
    No es culpa de nadie.
    Estaba sola,
    contigo, allí.
    Volví a casa,
    y tú me diste
    la espalda.

  • Enfriándose

    Enfriándose

    Jamás te lo dije.
    Me obligaste
    a acabarme el desayuno
    —atragantándome—
    me tragué también
    mis palabras.
    Ese silencio fue mío,
    como el de Donés.
    Había un bufé libre
    en mi corazón
    enfriándose.

  • Por ahí

    Por ahí
    se quiere a los que te quieren
    y jamás a los que te han olvidado.
    Se quiere a los constantes
    se quiere con trabajo
    no se quiere sin querer
    no se quiere por descuido
    no se quiere porque sí
    no se quiere por accidente
    no se quiere por costumbre
    no se quiere a ratos
    no se quiere cuando te acuerdas
    no se quiere los días impares
    no se quiere fines de semana alternos
    no se quiere medias vacaciones
    no se quiere escribiendo de-emes postales
    no se quiere con un amor pequeño
    no se quiere un amor manejable
    no se quiere un amor tranquilo
    no quiere el que no se quiere
    no se quiere, en general:
    no se quiere.
    No se quiere a los constantes,
    no se quiere si cuesta trabajo.
    Y es una pena.

  • Je ne t’aime plus, mon amour

    Je ne t’aime plus, mon amour

    —¿Te imaginas, amor,
    que te quisiera para siempre?

    —No, es imposible siempre querer.
    Se quiere en presente,
    en activo,
    en recíproco.

    —No es imprescindible
    para siempre
    desenamorarse.

    —Qué tragedia sería
    siempre seguir amándote.
    Seguir sonriendo al verte
    de vez en cuando
    en alguna parte.

    —Por ahí
    Se quiere desesperadamente
    con ansia y con sorpresas.
    Se quiere con el vértigo
    de las películas nuevas.

    Que le den a las mariposas.
    Que se larguen.
    Cuando se hayan ido
    podré quererte
    como se quieren los iguales.

    Podré dejar de quererte
    tranquila
    si alguna vez
    me sale.

    —Qué raro sería quererte
    sin tenerte delante
    siendo feliz
    en cualquier otra parte.

    —El amor es a veces incómodo
    como un regalo demasiado grande.

    Es amor, para regalo
    ¿me pone un ticket
    y me lo envuelve?

    —Si no lo quiere,
    que lo tire.

    Amor:
    si no te gusta,
    lo devuelves.

    Iberian Peninsula at Night (NASA, International Space Station, 12/04/11)
    Iberian Peninsula at Night (NASA, International Space Station, 12/04/11)

    —Amarte es ver la misma película
    con gente diferente.
    «Es una trampa», me dije:
    hazlo o no lo hagas
    pero no lo intentes
    .

    —Es posible amarte siempre.
    Tendría que quererte
    libre:
    mientras
    —sin mí—
    consigues
    lo que yo no he de darte.

    —¿Cómo podría quererte siempre?
    Soy un eco del Big Bang
    una onda a punto de apagarse.
    Si salgo a la ventana y grito que te quiero
    cuando me vean en Andrómeda
    seremos árboles.

    Cómo veríamos Andrómeda si brillara un poco más, vía @SciencePorn pic.twitter.com/ozVbcP4SeX
    Cómo veríamos Andrómeda si brillara un poco más, vía @SciencePorn pic.twitter.com/ozVbcP4SeX
  • Reseña de Mentiras para principiantes, de Tomás Conde

    Reseña de Mentiras para principiantes, de Tomás Conde

    Me ha gustado Mentiras para principiantes.

    Está dividido en ocho capítulos:
    Espejismos, Alucinaciones,
    Mitos,
    Leyendas urbanas, Ficciones,
    Mentirijillas, Interpretaciones
    y Sueños.

    Es un libro que ha tenido que esperar,

    porque los poetas hablan en lenguaje de la tristeza,

    y a veces hay que estar tristes para entenderlos.

     

    Es difícil leer libros
    que ha escrito gente que conoces.
    Es especialmente difícil
    si son poemas.

    En la poesía,
    uno puede hablar de absolutos,
    exagerar,
    subir los colores.

    O bien bajar la saturación
    de lo cotidiano
    y exponer toda la gama de grises.

    Uno escribe en poesía
    para que tus amigos no te digan
    «acha, tía,
    no exageres,
    que os habéis visto dos veces».

    Abrí el libro
    con miedo
    de ver las costuras,
    de notar las mentiras.

    De no ver a Tomás Conde Ruano,
    sino al personaje.
    De verle escondido tras las líneas,
    soplando castillos de humo
    vacíos
    escondido tras ese el hombre palabra.

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    Más con ese título.

    Mentiras para
    principiantes.

     

    Pero no.
    Hay de todo.
    Me he encontrado
    con un autor consciente de sí mismo,
    intentando desnudarse
    y riéndose de su vergüenza;
    consciente y serio;
    y tonto y con una media sonrisa
    de quien encoge los hombros
    al intentar dar una voltereta, y caer,
    sabiendo que iba a caer,
    sabiendo que lo intentaría igual.

    Y de repente ¡zas!
    Joder, Tomás.
    Me has echado encima este poema.
    ¿Ahora cómo me lo voy a poder sacar?
    Lo que te iba a decir de tus poemas
    lo dicen tus poemas ya.
    Aviso a navegantes:
    algunos,
    calan.

     

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