Autor: Begoña Martínez

  • Hey, ¿juegas?

    Retratos animales, originalmente cargada por Bego*.

    Los oseznos jugaban sin parar. Era muy divertido verlos, y daban ganas de ir y jugar también (hasta que te fijabas en las zarpas).

  • Retratos animales: la jirafa

    Retratos animales: la jirafa, originalmente cargada por Bego*.

    Me encanta la mirada de las jirafas.

    Son probablemente los animales que más me sobrecogen, por su tamaño, por su forma, color, por cómo te miran, por cómo se mueven…  con gracia, y si hace falta, con velocidad. No hay ser de la Guerra de las Galaxias que me parezca tan alienígena y tan hermoso como una jirafa.

  • Qué gran cinco de noviembre para sentirse revolucionario

    V de Vendetta

    Ya lo he dicho en twitter (oh, el blogueo se muerde la cola), pero ¡qué gran cinco de noviembre para recordar! Un día histórico. Si no por otra cosa, porque algo, al menos una cosa, una persona, ha cambiado. Y por el ambiente que se respira.

    Si me pongo poética voy a sonar antisistema: no me hagáis caso, el mensaje debe sonar esperanzador.  ¿No os dan ganas de, no sé, lanzar fuegos artificiales? Aunque luego veamos todo derrumbarse…

    Dan ganas de celebrarlo yendo a V de Viñeta, pero nooo, comprar más cómics este mes nooo. Nota: El avatar es de esta colección de Smashing Magazine.

  • Llevo días dándole vueltas a mi cita favorita

    … y no consigo, no consigo dar con una traducción al español que me guste. ¿Sugerencias?

    Gapingvoid.com

    Quality isn’t Job One
    Being totally fucking amazing is Job One
    gapingvoid.com

  • Fotos, fotos de buena tinta

    Codo con codo (literalmente) con Puebla. ¡Atención a las plumillas y los tinteros!
    De todos estos señores con barba, yo soy la de rojo.

    Ya ha publicado Puebla las fotos que tiene del taller de plumilla De buena tinta (más fotos en su blog). Yo la verdad, he acabado completamente encantada con lo que he aprendido y la gente que he conocido. También y con pasar cuatro días seguidos dibujando una hora y media diaria, que se nota. Quién sabe, quizá dentro de diez años no sólo sea capaz de copiar esos increíbles dibujos de Jim Borgman de manera pasable, sino quizá, sólo quizá, pueda sacar las imágenes que tengo en la cabeza a un papel. Claro que si pudiera elegir quién ser y qué dibujar, elegiría a Bill Watterson. Por cierto, merece la pena leer este texto que escribió Watterson cuando yo todavía iba al colegio: Some thoughts on the real world by one who glimpsed it and fled.

    Mientras, disfrutad con las fotos. Por cierto, en la siguiente sale Pepe Albaladejo, el fotógrafo que nos hizo estas fotos cuando María se incorporó a la agencia de traducción el año pasado (incluyendo la que tengo puesta aquí en el blog). Es difícil que los fotógrafos salgan en las fotos, ¡pero esta vez le han pillado!
    Puebla le estaba dibujando a él, creo recordar.
    Manu Puebla dibujando

  • No Man shall be told how to Spelle, nor to Speake…

    Una reimpresión 😉 del número de The Onion del 6 de octubre de 1783, poniendo a parir a Webster, vía The Language Hat. Me encantan estas partes:

    … and this pompuss, detestible New-England School Marm should be a-Sham’d to assume he is more Qualliflied than his Fellow Man to instruck the Englysh Langguige & defy the Lord’s Will with a pryggish Parlour-Game such as this. What is More, asks the Founding Editing-Master of this News Gazette, How is One Suppos’d To «Look-Up» A Word, to use the curious Parlence of the Dictionarists, when One does not even know how it is Spelt any How? Mark well these Words, Meny a Sensible young Scholar shall pose this Same Question to their Grammer-Profesors in the Countrie’s Leurning-Academyes for Ages to come.

    (…)

    For it is a Guiding Principel, not only of our new Repubblick, but of this Newses Paper, that no Man shall be told how to Spelle, nor to Speake, nor be Bounded by a Ruling that does not Agree with Himm.

    (…)

    And Be Ware, also, of Rogues who try to sell you on a Suppelment’ry Glossarie, or a beastly Thing known as a Thesaurus, as they too are compleatly malnecessary.

    Trescientos años más tarde, leyendo algunos blogs y algunas cosas que no son blogs, parecería que mucha gente (y muchos jefes de redacción) siguen pensando lo mismo.

  • Mendrugos de lujo

    Mendrugos de lujo

    Cuando vivía en Granada, echaba de menos Murcia leyendo la página de Los Mendrugos en el Jueves. ¿Por qué pienso esto hoy? Porque hoy sale a la venta en quioscos (me enteré por el blog de Juan Álvarez, y por Murcia Cómic) la edición de lujo de Los Mendrugos, así que ya sabéis, crisis o no crisis toca aumentar la colección. Y si además lo queréis firmado, ojo al dato: estarán Juan Álvarez y Jorge G dedicando ejemplares en la presentación, que será el jueves 16 de octubre a las 20h en el Salón de Grados de la Facultad de Derecho de la Universidad de Murcia. Está en la Calle de la Merced, y es el que sale en los cómics, mendrugos. 🙂


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    Y ya que hablamos de cómic, que no se me olvide tampoco comentar que hay un taller de cómic (de plumilla, en concreto) en Cartagena. Se llama Taller de Cómics «De Buena Tinta» y lo organiza Puebla con ocasión de la Feria del Libro. Estarán Lorente y Carlos Giménez. Es gratis (como en cerveza gratis) pero hay que inscribirse. La edad mínima son 15 años y tendrá lugar del 20 al 24 de octubre, de 18:30 a 20:00 horas en el Palacio Molina (Calle Jara, Cartagena). Más información en el blog de Puebla. Animaos y nos vemos allí: yo ya me he apuntado.


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    Se me ha ido la conexión mientras escribía lo anterior, y ¡oh, alineación de planetas! me ha llamado Juan Álvarez. No me resisto a cotillear reproducir esta parte de la conversación:

    —El otro día soñé que sabía dibujar (…)*
    —¿Dibujar? Si eso no sirve para nada. No es como conducir, montar en bici, o nadar.

    Jejeje, bueno, casi lo mato. Mejor pensado: Juan, cuando vaya a la presentación de tu libro en edición de lujo, te mato. 😉

    * Soñé, no sólo que sabía dibujar (bien) sino que me daban un dibujo a entintar y yo lo cambiaba completamente en mi descubrimiento de que en realidad yo sí sabía dibujar. Recuerdo pensar en el sueño: «Jo, espero que tenga otra copia, porque este dibujo no se parece en nada a lo que él me ha mandado». Quién era él, ni idea.

  • La importancia de saber escuchar

    Una de las cualidades fundamentales que tiene que tener un intérprete es saber escuchar. Es fundamental para el éxito de la comunicación. Parece ser que para ser periodista no hace falta, y uno puede escuchar lo que más le convenga:

    (Presentador de la televisión nacional británica, Eamonn Holmes): ¿Has dicho que eres medio LESBIANA?

    (Salma Hayek, explicando su exótico-no-muy-mejicano-nombre): No, te he dicho que soy medio LI-BA-NE-SA.

    En este este artículo del Daily Mail le disculpan, porque «obviamente» él es de Belfast y «obviamente» Salma Hayek tiene acento mejicano. Y os diré por qué: porque los que informan son también periodistas. Si uno puede (o no) haber cometido un error (¿malintencionado? ¿sensacionalista?) los otros se han sacado un artículo de la manga gracias a él.

    Sin embargo como intérpretes nadie se beneficia de nuestros errores. No tenemos publicidad gratis, y si la hay, es mala. No tenemos el beneficio de la duda, y por supuesto la excusa de los acentos nos la podemos guardar para contarle la anécdota a nuestra abuela. La primera y fundamental parte de nuestro trabajo es saber escuchar, para que nadie tenga luego que decir: uy, perdona, había entendido medio lesbiana.

  • Irse a Cuenca, o irse de Cuenca

    Vicky Cristina Barcelona

    Hace unos días estuve en Cuenca y, preguntando por un restaurante a la chica de la caseta de turismo, me dijo textualmente: “Si yo me estuviera muriendo nunca vendría a Cuenca”. Me resultó sorprendente que soltara esa frase sin venir a cuento… (…) Arturo Kortázar, Bilbao.

    (…) A mí me hizo pensar mucho lo que me dijo un médico: yo no se lo digo nunca, les pregunto para qué quieren saberlo. Me dicen que, si van a morir a los cuarenta, necesitan saberlo para cambiar de vida. Tienen que tomar decisiones: casarse o no, estudiar latín o gastarse los ahorros, volver a Zaragoza o irse a vivir a Cuenca. El médico les respondía: si de verdad quiere, cambie de vida ahora. Se va a morir igual, de Huntington o de otra cosa, y no sabe cuándo, así que no pierda el tiempo. Si de verdad no quiere morir en Cuenca, no vaya. Si quiere dilapidar su fortuna, dese prisa. La único cierto es que la muerte llega en cualquier momento, no espere al resultado de un análisis para vivir de verdad su propia vida. Hay que escapar de Cuenca de inmediato, si uno no quiere morir sin haber vivido.

    Cartas con respuesta, de Rafael Reig, en el diario Público

    Todo es mentira«¡Me voy a Cuenca!» repetía Coque Malla en Todo es mentira. Desde entonces la frase forma parte de mí. También la sensación de que Penélope Cruz puede matarte simplemente gritando. La frase me voy a Cuenca ha sobrevivido a otras cosas que se supone que pasan en la película pero yo no recuerdo: como que la protagonista se llama Lucía (como mi hija); o que es traductora (como yo). Si queréis ver una versión actualizada de Pe haciendo más menos el mismo papel, dirigíos al pase más cercano de Vicky Cristina Barcelona: en cierto modo, pensaba ayer, la película también va de Irse A Cuenca.

    Y no es que olvidar sea raro en mí: por ejemplo, mientras leía el texto sobre Cuenca sí, Cuenca no, ayer era el día del traductor. ¡Felicidades traductores, con un día de retraso y 364 de adelanto! Ejem, problema solucionado.

    También pensaba, bueno, si me estuviera muriendo, estaría haciendo lo mismo: no cambian mis decisiones sobre casarme, estudiar latín, dilapidar mi fortuna mis ahorros, no volver a Zaragoza (para mí, el aeropuerto de Atlanta), o irme a Cuenca (a Cartagena, en mi caso). Pensar esto me da una cierta tranquilidad.

    ¿Estoy haciendo lo que quiero hacer en el sitio en el que quiero estar?

    Sí.

    En estas cosas pensaba ayer mientras dejaba sin escribir el artículo sobre que si San Jerónimo y si la Biblia traducida por aquí y happy translators day to you por allá. Quizá he fallado a los que me han puesto el nº 168 en esta lista de los mejores blogs sobre lenguaje/idiomas (¿¡estoy en una lista de blogs!? ¿¡hay alguien leyendo!? 🙂 ¡hola!). A ver si el año que viene no me pongo reflexiva cuando es hora de escribir, y llego al top 100.

    Pensaba también que ni Cartagena, ni Cuenca, ni Oviedo, ni Barcelona, son Nueva York. Pero si los mira Woody Allen, sí que son su Nueva York. La ciudad de la que huyes está dentro de ti, decía Cavafis (más o menos).

    Estoy contenta con Cuenca, con mi Cuenca. Más me vale, porque no puedo entrar ni salir de ella: la llevo dentro.

  • Un vistazo a mi mesilla de noche

    Life of Pi, by Yann Martel: ilustración de Tomislav Torjanac

    A lo que hay encima, que es lo más interesante: libros, libros, y más libros. Llevo un tiempo queriendo escribir sobre el caótico batiburrillo curioso conjunto libros junto a los que duermo, y a veces incluso, leo. Sin embargo, van cambiando a menudo y normalmente no me parece que sean material de blog, por decirlo así, porque llevo mucho retraso con respecto a los libros que quiero leer y para cuando los he leído, está prácticamente todo dicho sobre ellos. Quizá la validez de esto, como mensaje, sea que a través del conjunto de ellos digo algo sobre mí. Aquí van, pues, mis libros para estos días de lluvia:

    • Life of Pi, de Yann Martel (Man Booker Prize 2002, bla, bla, bla, crítica del NYT). Oh, este libro es buenísimo. Lo recomiendo mucho y cuento poco. Baste decir que va de un curioso naufragio: que está muy bien escrito; que es original; que nada de lo que dice me ha dado una patada ideológica en el hígado; y que te trata muy bien como lector. Si lo regalara a alguien, no elegiría el que tengo yo, sino la versión ilustrada de Tomislav Torjanac, porque las ilustraciones realmente me han impresionado. La otra opción sería comprarme yo el bonito quiero quiero quiero ilustrado y regalar el cutre de bolsillo que tiene una historia conmovedora de espera en un aeropuerto… hmm…
      • Qué me ha llegado: el sentirme identificada con el libro, y además en un momento concreto: náufraga en un aeropuerto, frente a la puerta que decía: sala de meditación.
      • (Antes de cruzarla me imaginaba una gran sala inespecífica, con moqueta, luces bajas, donde, efectivamente, se pudiera meditar, hacer yoga, pensar sin ruido. Al cruzarla me encontré frente a tres puertas, al estilo de la segregación por género de los cuartos de baño y aproximadamente igual de acogedoras. Tenían una cruz, una estrella, y una ¿luna? No sé, había sandalias al lado, en un pequeño estante. Anécdota: la única que estaba cerrada y vacía era la de la cruz. De repente me sentí aún más triste, y me fui.)
    • La guía de París de Lonely Planet.
      • Bah. La elegí porque, debido a una serie de catastróficas desdichas, (que incluye comprar 6 billetes y usar 2), mi estancia iba a durar sólo tres días y por prudencia sería más low cost. Normalmente elijo la de DK o El País Aguilar, y tengo, así de un vistazo en primera fila de la estantería, Vienna, Budapest, Greece: Athens and the Mainland y Berlin de DK y España y Roma de El País Aguilar. Estas guías hacen muy bien la parte del arte y la historia: la fotografía es preciosa y están bien ilustradas. Tienen planos en 3D para pasear y que te orientes en los museos. Sin embargo, en cuanto a gastronomía, su enfoque suele ser ciertamente en el Bulli se come bien, no se lo pierda, lo cual si bien es cierto, no es muy práctico. Especialmente cuando ya has superado el presupuesto del viaje y todavía estás esperando en el aeropuerto. Así que con una en cada mano, en un autoservicio de libros de Barajas me llevé la de Lonely Planet esperando una lista de sitios en los que se pudiera comer rico y razonable, ver los sitios obvios, pasar una tarde en el Louvre, y fin.
      • Lo bueno: sí que los contenía.
      • Lo malo: necesitabas ir al menos a tres páginas distintas para localizarlos en el plano. Pasé más tiempo perdida por la guía que perdida por París.
      • Conclusión: si no hubiera apuntado en el plano las recomendaciones personales de un pintor venezolano que conocí en el Louvre, la regalaría.
    • El lunes lo pasé enterito en Charles De Gaulle, experiencia que debo agradecer a una huelga de trenes. Pero aproveché, y eso mejoró muchísimo el día, para leer No valgo para vender, de Eloísa Martínez Santos (Ediciones Obelisco, Madrid 2007, ISBN: 978-84-9777-385-0, 192 páginas).
      • Qué andaba buscando: un libro que me explicara por qué todo el mundo vende con naturalidad y comodidad, menos yo.
      • Lo que descubrí: que mucha gente, como yo, tiene sentimientos contradictorios respecto a la actividad y profesión de las ventas. Que hay muchísimas cosas que estaba haciendo bien. Que es común, que se puede superar y que, como todo, es cuestión de trabajo y sinceridad. La verdad es que me animó mucho y ya lo he incluido en la biblioteca de Matiz (nota mental: publicar una foto, de cerca, de la estantería de la oficina).
      • Lo mejor: el entusiasmo contagioso de la autora y los consejos de sentido común.
      • Más: aquí hay un artículo de la autora que es prácticamente un resumen del libro. Va al grano, pero claro, ya no están las citas memorables ni las anécdotas divertidas.
      • Mi resumen: el mejor curso de ventas que he hecho. Coste total: 11€.
    • El siguiente que voy a leer sobre ventas: 12 pilares de la venta, de Barry Farber. Opinaré… cuando lo haya leído, claro. (Empresa Activa, 2005, ISBN: 84-95787-86-5, 217 páginas).
    • Shogun, A novel of Japan, de James Clavell. Un clasicazo (de 1975, el año: de 1152, las páginas) que me está encantando, prestado por María. Como me ha hecho saber con claridad y firmeza que aun siendo un libro de bolsillo le tiene cariño y es especial, lo tengo forrado con las tapas de una revista vieja de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Murcia, que pone:Jóvenes empresarios: talento y motivación. Es un extraño recordatorio… y oye, es papel satinado mate de alto gramaje que de otra manera iba directo al contenedor azul. (Tercera edición, Dell 1986, ISBN: 0440178002, 1152 páginas de placer).
    • La semana laboral de 4 horas, de Timothy Ferriss. (RBA 2008, ISBN: 978-84-9867-205-3, 367 páginas). Porque si consiguiera trabajar 20, ya sería un éxito. Me gusta del libro los consejos prácticos para guiarte y guiar tu empresa por objetivos, y por objetivos además tangibles. [publicidad subliminal ON] ¡Ejecutivos del mundo, subcontratad la traducción! [publicidad subliminal OFF] Está traducido además por una compañera de lista de traducción, María Rodríguez de Vera. Por cierto, gran trabajo. 🙂
    • Adiós Cataluña, de Albert Boadella. Mi madre, en su infinita sabiduría, me ha prestado este libro de y sobre el fundador de Els Joglars. Libro en el que, como al parecer es su costumbre, no deja títere con cabeza en ningún frente. Me están gustando sobre todo las anécdotas en las que reproduce cartas que ha escrito. Soy gran fan de las cartas que dejan las cosas en su sitio con humor, y en general de todo género extremadamente bien escrito. Tengo además gran simpatía por los que se lanzan de cabeza contra los camiones de dieciséis ejes de lo establecido, y, además, se lo pasan bien. Esto en mi opinión lo tiene en común con Timothy Ferriss, con el mérito añadido de llevar toda la vida en ello y enfrentarse a gobiernos, oposición de turno, medios de comunicación y poder religioso. (Espasa Calpe 2007, ISBN: 9788467026351, 284 páginas).
    • Professional English in Use: FinanceSi pensábais que la ratio de friquismo lingüístico de este artículo era más bien baja, pensad de nuevo. De Cambridge University Press:

      Mi idea es no sólo aplicarlos a mi trabajo actual, sino también usarlos en Matiz como referencia para que podamos no sólo aplicarlo, sino explicarlo de manera sistemática, clara, y concisa.

    Mirándolos, casi tengo ganas de que llueva unos días más. Casi.
    Espero que os haya gustado cotillear en mi mesilla… ¿qué tenéis vosotros?