-La palabra que estás buscando es guardián espacial.
-La palabra que estoy buscando no la voy a decir porque hay juguetes preescolares delante.
Muchos traductores escribimos blogs profesionales, pero ¿qué escribimos en el blog? ¿Hasta qué punto nos pringamos con lo que pensamos? ¿Decimos la palabra que estamos buscando, o ponemos una versión para juguetes preescolares?
Llevo años dándole vueltas a todo esto. El otro día me colé en un máster, en una clase de dirección de proyectos digitales (gracias al conferenciante y al organizador por colarme; por cierto ¿puedo decir cuál era?) y esa fue una de mis preguntas:
En resumen: que hay que currárselo.
Pues nos citaron este artículo de Smashing Magazine, sobre la cruda realidad de los blogs de empresa. Creo que se aplica a los traductores y aguanta bien el paso del tiempo. Lo mismo vale para Twitter, cuentas de Facebook oficiales y demás.
Os lo resumo:
No soy sabia y escribo un blog: esta es mi confesión.
Es verdad, no sé todas las respuestas. Hablo sobre el mundo de la traducción y traduzco poco. Soy madre pero paso de la literatura para padres. Hablo de emprender con la cuenta bajo mínimos. Tengo ideas y aún no he muerto por ellas.
Esta mañana hablaba con un grupo de matemáticos en el desayuno (en mi vida esto es algo común) y comentábamos el descenso de la inversión en I+D de las empresas en los últimos tiempos. Yo decía: —Tenéis que entender que una empresa tiene el deber de proteger su existencia. Sólo si sigue existiendo podrá un
Sigo contando el viaje a Nicaragua. Me decía a mí misma: Es la primera vez que vengo, pero no es la primera vez que estoy.
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