Como ya dije por ahí, esta primavera fuimos a Río de Janeiro. En concreto nos quedamos en Ipanema, en un apartamento fantástico, con vistas al Cristo del Corcovado en obras cubierto con andamios, así es la vida 🙂 aunque aún sin grafitti y sin que prohibieran la entrada, como sucedió poco más tarde.
Llovió e hizo mal tiempo algunos días, pero no tanto como una semana después de volvernos, con las inundaciones y desprendimientos. Así que las fotos en las que estamos con nubes negras en el Corcovado son extrañamente inquietantes, por un lado (se avecina la tragedia) pero curiosas porque estamos con cara de «uuh, qué desastre, qué oportunos somos», cuando lo peor estaba por llegar y nos íbamos a librar por los pelos. Nuestro avión fue de los últimos que salieron, aunque pasó una hora en la pista, esperando, por la lluvia. También nos libramos por muy poco de lo del volcán de Islandia.
Y en todas las esperas, las siestas, las horas de dormir… estuve en los siguientes libros. Estando en verano, tenéis un libro empezado, tenéis excusa para cerrar el navegador y pasar de largo. Pero no os lo recomiendo. Lo que recomiendo es que compréis más libros de los que debáis, y leáis más de la cuenta.
Le tenía muchas ganas al libro de Neil Gaiman, pero no lo había podido encontrar en inglés en España (a pesar de que he estado de librerías por ahí). Tiene una pila de premios bastante considerable, y al leerlo te das cuenta de por qué. Va de un niño que crece en un cementerio, a medio camino entre el mundo de los vivos y el otro. El resto, es mejor leer el libro.
Por algún motivo, me da miedo meterme en páginas como Amazon porque tengo muchos libros por leer y una tarjeta de crédito. Vas cogiendo uno, otro y otro y ni siquiera pesan. Un peligro, vamos.
Las ilustraciones de Dave McKean son increíbles, en lo que expresan con pocos trazos, y en cómo se integran con el texto.
He intentado que mi hermano (16 años) se lo lea también en inglés, con un éxito bastante limitado de momento. Pienso que si quiere sacarse el First el nivel debería de ser suficiente, pero puedo estar equivocada. No es el único que quiere revitalizar su inglés en mi entorno, así que os lo recomiendo en cualquier caso.
Este es uno de los únicos libros medio potables que encontré ya allí, o eso pensaba yo. Pero es un libro realmente memorable, de los que cierras y dices, «Caramba, me he leído un Buen Libro«. Tanto, que lo empecé de nuevo y me leí gran parte del principio para volver a visitar algunas de las cosas que se habían resuelto al final.
Para los que oigáis hablar de él por primera vez (y tampoco os gustara Las Vírgenes Suicidas, la película) ganó en su día un Pullitzer y está considerada como una de las candidatas a «novela americana» esto es, de las que tratan de captar el espíritu de los EEUU. Y es curioso que lo sea, porque trata del viaje genético de la alteración de la 5-alfa-reductasa desde el Asia Menor de la invasión griega hasta Detroit (no menos). Me resulta curioso, puesto que finalmente es un libro sobre la identidad y la ambigüedad, y no es, en ese sentido, lo que uno consideraría el centro de la historia americana típica. Pero quizá por eso tiene sentido.
El principio me recordó a Birds without Wings de Louis de Bernières, que me encantó también y comienza en el mismo sitio, en el mismo momento histórico, y también está asociado a una peli con fama de muy flojilla (La mandolina del capitán Corelli, que está basada en otro libro de Bernières).
Lullaby habla sobre el poder de las palabras… ¿y si pudieras matar a alguien recitando una poesía? (de manera no figurada) ¿Cuántas veces podrías reprimirte?
Para el resto, lean el libro…
Por supuesto, no es raro que me llame la atención un libro sobre el poder de la palabra justa en el orden adecuado. Pero creo que, como novela, puede tener interés para otro tipo de personas, sobre todo por la parte de la magia y demás (que no suele ser un ingrediente de Palahniuk, en realidad).
Diría que precisamente por ese uso de la magia es un libro que puedes usar para pasar de Palahniuk, que habla normalmente de vidas corrientes con decisiones clave, a Neil Gaiman, que habla de lo corriente en los mundos extraños (esto es una ocurrencia mía y está abierta a debate). A mí me ha recordado un poco a Anansi Boys, pero no sabría decir exactamente por qué. Claro que puestos a recomendar, os recomiendo Anansi Boys, American Gods, Fragile Things (o la selección más infantil M is for Magic), Jonathan Strange & Mr Norrell, y esencialmente todos los compañeros de estantería de esta novela ahora mismo.
Con este (un libro con mucha técnica, pero muy chulo) ya empiezo a haberme leído un gran porcentaje de los libros de Palahniuk, y el resultado es que tendré que empezar a ponerlo en mis listas de autores favoritos. Me gusta mucho cómo trata a sus personajes y sus tramas, cómo le da la vuelta a las situaciones y presenta las cosas. También recomiendo vivamente a todo el que pasa por mi casa que se lea «Non-Fiction» con artículos periodísticos/autobiográficos/sobre escribir suyos. Y sobre todo, la introducción, que cuenta cómo es el ciclo de escribir continuamente, y tiene partes que son muy citables y muy chulas. Si has venido a mi casa últimamente, y hemos pasado un rato delante de los libros, probablemente te he obligado a leer esto…
If you haven’t already noticed, all my books are about a lonely person looking for some way to connect with other people.
In a way, that is the opposite of the American Dream: to get so rich you can rise above the rabble, all those people on the freeway or, worse, the bus. […] An environment you can control, free from conflict and pain. Where you rule. […] We get there, and we’re alone. And we’re lonely.
After we’re miserable enugh —like the narrator in his Fight Club condo, or the narrator isolated by her own beautiful face in Invisible Monsters— we destroy our lovely nest and force ourselves back into the larger world. In so many ways, that’s also how your wite a novel. You plan and research. You spend time alone, building this lovely world where you control, control, control everything. You let the telephone ring. The emails pile up. You stay in your story until you destroy it. Then you come back to be with other people.
If your story world sells well enough, you get to go on book tour. Do interviews. Really be with people. A lot of people. People, until you’re sick of people. Until you crave the idea of escaping, getting away to a…
To another lovely story world.
And so it goes. Alone. Together. Alone. Together.
En estos sitios estuve mentalmente, y estuvo bien descansar.
Hace años subimos los Pirineos, en plan familia y amigos. Un día incluso pasamos a Francia, que tenía los mismos pinos. Otro día nos perdimos unos pocos y los de la Guardia Civil dijeron a los demás que cuando lleváramos tres días por ahí mandarían a alguien, que estaban buscando aún al desaparecido de la semana anterior. Al bajar y recuperar la cobertura nos encontramos que alguien había puesto una olla de garbanzos a enfriar bajo nuestra caravana, haciendo que saltara todo el mecanismo antiterrorista y llegaran los de informativos de Antena3.
En ese viaje batí uno de mis récords: cociné crepes para desayunar para unas treinta personas. Pero hoy os cuento algo que me cambió, en ese viaje.
Subimos alto, hasta donde había nieve y caballos sueltos. Pero, subiéramos hasta donde subiéramos, por temprano que hubiéramos salido, por muy alto que escaláramos, en la cima siempre encontrábamos lo mismo.
Una mierda de vaca.
No una vaca. Un excremento de vaca. Una boñiga, vaya. No insisto más.
Y desde aquel momento, mi respeto por las vacas aumentó increíblemente. Porque de todos los que íbamos, más o menos experimentados, al llegar arriba no nos quedaban fuerzas para imitar a la vaca. La vaca siempre se había adelantado. La vaca nos había ganado. La palabra «vaca» perdió toda connotación negativa. Las vacas ya no daban sólo leche, filetes y cosas bonitas de cuero. No. Las vacas merecían un respeto adicional.
Por eso esta historia parece que va de una vaca. Pero no.
He fundado una SL con mi nueva socia Maria José Torrente, el martes inauguramos nuestras flamantes oficinas en el centro, tengo varias entradas a medio escribir, un viaje transoceánico por contar, un embarazo a ocho semanas de terminar, y al final lo que me empuja a publicar algo es este notición:
¡Pablo ha ganado el premio de la Séneca! Increíble. Ustedes me perdonarán la pesadez con sus éxitos, pero estoy muy, muy orgullosa de este chaval y se me nota. Y sí, muchos lo merecen, pero me alegro por nosotros porque nos vendrá muy bien la pasta, como decía Alex de la Iglesia de su premio Nacional de Cinematografía.
Los más implicados y cercanos ya lo saben, pero la noticia resumida es la siguiente:
Una de las razones de que ande tan contenta últimamente es que estoy embarazada de tres meses.
Espoilers
La fecha estimada del parto es el 4 de septiembre.
Va todo bien.
Estoy cuidándome más que nunca, intentando dormir, comer, hacer ejercicio regular, ver amigos, no tomar disgustos, y por supuesto, emprender proyectos que me ilusionen (porque eso no hay quien lo cambie). En resumen, voy a hacer de 2010 un año en el que seré un tanto egoísta, dentro de lo que me deje y me dejen.
Hay una cosa que tengo pendiente desde hace más de veinte años se quedará sin hacer este año. A pesar de que puedo perfectamente volar en el segundo trimestre, este año no iré a Nicaragua.
No es por falta de ganas de viajar: a finales de mes nos vamos a Río de Janeiro: ya está casi todo listo. Me quedo con ganas de ir a la India a ver a Pablo en el ICM. Me cuentan que es altamente improbable que se repita, pero al parecer en agosto la mayor parte de las aerolíneas me denegarían el embarque.
Como embarazada del primer mundo y en España, no me puedo quejar de falta de atención médica. Llevo tres ecografías, dos análisis de sangre, una revisión dental, dos visitas a mi médico de cabecera y una a la matrona, y todo esto gratuitamente y sólo el primer tercio del embarazo. Mi probabilidad de morir es de una entre 25.000. Aproximadamente, la de que te toque el Gordo de Navidad comprando cuatro décimos diferentes.
Si estuviera en el África subsahariana sería de una entre 26. Como que te pregunten en clase.
En total, en el mundo, muere una mujer cada medio minuto por problemas derivados del embarazo y el parto.
Pero no es a eso a lo que voy.
¿Y Nicaragua qué?
Esencialmente, por presiones de una religión mayoritaria (¿adivináis cuál?) han prohibido el aborto EN TODOS LOS SUPUESTOS, INCLUIDO EL TERAPÉUTICO. Esto quiere decir que si eres médico y tratas a una embarazada en peligro de muerte, y la salvas pero pierde el bebé, vais los dos a la cárcel por aborto provocado. Bonus para el médico: si mueren ambos, la familia probablemente te denuncie por negligencia médica (aunque para eso necesitarían dinero).
No hablemos ya de casos de menores, violación o incesto: también prohibido. Esto ha disparado los casos de suicidio de adolescentes embarazadas. No habría querido leer lo de las niñas violadas embarazadas de 10 a 14 años, pero lo he leído.
Bola extra: no hay medios para distinguir un aborto provocado de uno espontáneo, así que si estás sufriendo uno, es como si tuvieras la peste.
Así que os podéis imaginar que, al revés de lo que pasa aquí, la atención sanitaria a las nicas embarazadas ha caído en picado, no vaya a ser. Mirad cualquier prospecto: ¿qué semana no tiene jueves? ¿qué medicamento no es potencialmente letal? Este fin de semana quise un paracetamol (vaale, ando tosiendo un poco: nada grave) y daba miedo. Generalmente el consejo es aguántate hasta que puedas y luego hablamos. No me lo tomé.
En Nicaragua es: aguántate hasta que sea cosa de vida o muerte, y luego… muérete. Cojonudo.
VIH, cáncer, malaria, complicaciones en el parto, violación, pobreza y como si fuera poco el gobierno y la iglesia en tu contra. Es fantástico. Qué ganas de ir de visita.
Te lo cuentan los propios nicaragüenses (incluida la asociación de obstetras: esencialmente todos los médicos del país se oponen):
Durante mi embarazo, y en mi vida en general, intento no coger disgustos innecesarios, ni acercarme a sitios donde mi vida no valga nada gracias a las presiones de fundamentalistas religiosos. Los derechos reproductivos (el derecho a reproducirse y el derecho a NO reproducirse, muchas gracias) son derechos humanos fundamentales. Y los derechos humanos van en pack. Son indivisibles. Sin salud no hay vida. Sin derechos reproductivos no hay libertad.
Hay pocas cosas traducidas de Tim Minchin porque por alguna razón prefiero encargarme de mis clientes que de las cosas que me apetece traducir. No sé si eso cambiará. Quizá esta noche haga que cambie un poco.
Hace ya unos años, estaba yo embarazada de viaje por Europa (no es broma, lo cuento otro día), y fui a Edimburgo.
En Edimburgo estaban un gaditano y una medio canadiense. Fuimos a verles una nicaragüense residente en Cartagena y un granaíno residente en Darmstadt. (Así debería empezar algún chiste). El (aún futuro) padre de mi hija estaba en algún congreso en Brasil o algo parecido.
En Edimburgo, en Agosto.
Exacto. Justo antes del Festival. Fuimos a ver algunas obras de teatro ese verano. Cada uno de los cuatro eligió un espectáculo, y a la salida de Puppetry of the Penis, una chica muy maja nos regaló entradas para un tal Tim Minchin.
Era una chica muy maja, y en su identificación ponía Ms. Minchin.
– Are you his wife or his sister? ¿Eres su mujer o su hermana?
– I’m his sister, soy su hermana, dijo sonriendo.
Fuimos.
Y fue lo mejor que habíamos visto en años. Yo me hice una foto con él, y a la vuelta la usé para practicar el blanqueo dental digital.
Compramos su disco, las bolsas de tela, se hizo fotos con nosotros y nos firmó todo (bueno, casi). En mi bolsa pone:
Name your child after me.
Tim.
Decidimos que seríamos su club de fans. Incluso compramos el dominio, TimMinchinFanclub.com.
Después pasaron cosas que no me corresponde contar y menos en un blog, y el proyecto se quedó abandonado. Hay varias páginas de fans, pero la oficial, Angry Feet, es muy buena. Tiene hasta partituras de piano.
Ese mismo mes ganó el Perrier Award, el premio que le dan al mejor de los nuevos en el Festival. Desde ese momento no ha dejado de sonar por todas partes.
Me he estado regalando sus discos, pidiéndolos a Australia, durante estos cuatro años y pico.
Ahora os regalo la traducción de esta canción navideña, aprovechando que hasta Neil Gaiman la enlaza. No es lo mejor que tiene, ni mucho menos, pero por lo menos estamos en la época. En la primera línea, el texto original, y en la segunda mi traducción. En principio, está pensada para entender el poema, no para lectura en voz alta.
Es barato convencerme para que traduzca más cosas de Tim Minchin. ¡Que lo pida alguien!
White Wine in the Sun – Vino blanco al sol
I really like Christmas Me gusta mucho la Navidad
It’s sentimental I know but I just really like it Es sentimental, lo sé, pero me gusta de verdad
I am hardly religious Soy muy poco religioso
I’d rather break bread with Dawkins than Desmond Tutu to be honest Prefiero partir pan con Dawkins que con Desmond Tutu, para ser sincero
And yes I have all of the usual objections to consumerism Y sí, tengo todas las objeciones usuales al consumismo
To the commercialisation of an ancient religion A la comercialización de una antigua religión
To the westernisation of a dead Palestinian A la occidentalización de un palestino muerto
Press-ganged into selling Playstations and beer Reclutado a la fuerza para vender Playstations y cerveza
But I still really like it Pero aun así me gusta de verdad
I’m looking forward to Christmas though I’m not expecting a visit from Jesus Estoy deseando que llegue la Navidad a pesar de que no espero una visita de Jesús
I’ll be seeing my dad Veré a mi padre
My brother and sisters my gran and my mum A mi hermano a mis hermanas a mi abuela y a mi madre
They’ll be drinking white wine in the sun Estarán bebiendo vino blanco al sol
I’ll be seeing my dad my brother and sisters my gran and my mum Veré a mi padre, mi hermano, mis hermanas, mi abuela y mi madre
They’ll be drinking white wine in the sun Estarán bebiendo vino blanco al sol
I don’t go in for ancient wisdom No me va por la sabiduría antigua
I don’t believe just ‘cos ideas are tenacious it means that they are worthy No creo que simplemente porque las ideas sean tenaces quiera decir que merecen la pena
I get freaked out by churches Me rayan las iglesias
Some of the hymns that they sing have nice chords but the lyrics are dodgy Algunos de los himnos que cantan tienen acordes majos pero las letras son chungas
And yes I have all of the usual objections to the miseducation Y sí, tengo todas las objeciones usuales a la mala educación
Of children who in tax-exempt institutions de niños, a los que en instituciones exentas de impuestos,
are taught to externalize blame se les enseña a exteriorizar la culpa
And to feel ashamed and to judge things as plain right and wrong y a sentirse avergonzados y a juzgar las cosas como simplemente buenas y malas
But I quite like the songs Pero me gustan bastante las canciones
I’m not expecting big presents No espero grandes regalos
The old combination of socks, jocks, and chocolates is just fine by me La vieja combinación de calcetines, calzoncillos y bombones me viene bien
Cos I’ll be seeing my dad Porque veré a mi padre
My brother and sisters my gran and my mum A mi hermano a mis hermanas a mi abuela y a mi madre
They’ll be drinking white wine in the sun Estarán bebiendo vino blanco al sol
I’ll be seeing my dad my brother and sisters my gran and my mum Veré a mi padre, mi hermano, mis hermanas, mi abuela y mi madre
They’ll be drinking white wine in the sun Estarán bebiendo vino blanco al sol
And you my baby girl my jet-lagged infant daughter Y tú mi niña, mi hija bebé con jet-lag
You’ll be handed round the room like a puppy at a primary school Darás vueltas de brazo en brazo por la habitación como un cachorrillo en un colegio
And you won’t understand, but you will learn one day Y no lo entenderás, pero un día aprenderás
That wherever you are and whatever you face Que donde quiera que estés y lo que sea a lo que te enfrentes
These are the people who’ll make you feel safe in this world Estas son las personas que te harán sentirte segura en este mundo
My sweet blue-eyed girl Mi dulce niña de ojos azules
And if my baby girl when you’re twenty-one or thirty-one Y mi niña pequeña cuando tengas veintiuno o treinta y uno
And Christmas comes around and you find yourself nine thousand miles from home Y llegue la Navidad y te encuentres a nueve mil millas de casa
You’ll know whatever comes, Sabrás que venga lo que venga,
Your brothers and sisters and me and your mum Tus hermanos y hermanas y yo y tu madre
Will be waiting for you in the sun Te estaremos esperando al sol
Girl when Christmas comes Niña cuando llegue la Navidad
Your brothers and sisters, your aunts and your uncles Tus hermanos y hermanas, tus tías y tus tíos
Your grandparents, cousins and me and your mum Tus abuelos, tus primos, y yo y tu madre
Will be waiting for you in the sun, drinking white wine in the sun Te estaremos esperando en el sol, bebiendo vino blanco al sol
Darling, when Christmas comes, we’ll be waiting for you in the sun Cariño, cuando llegue Navidad, te estaremos esperando al sol
Waiting for you Esperándote
Waiting Esperando
I really like Christmas. It’s sentimental I know. Me gusta mucho la Navidad. Es sentimental, lo sé.
—
Acabamos de llegar de Úbeda, de ver a alguien antes de que vuelva a Pekín y quizá no nos volvamos a ver en meses. Así que estoy con el espíritu navideño subido, y este cuento con traducción va dedicado: para ti, Quique, que no comentas nunca. Pero estás ahí.
Es duro no poder ver lo que pinta tu pareja, más aún cuando a tu alrededor no paran de llamarlo para que muestre los cuadros, dé conferencias, o envíe fotografías.
Hubo un tiempo en el que quise operarme, pero me dijeron que tendría que dejarlo todo durante diez años. Que iría de quirófano en quirófano, y que no había garantías de que al final pudiera distinguir formas o colores con claridad. Lo pensé, y decidí seguir con mi profesión y mi vida, aunque no pudiera ver las cosas a las que él estaba dedicando la suya.
—¿Qué haces, amor?
—Estoy pintando.
—¿Y… cómo vas? ¿consigues avanzar?
—No acabo de conseguir lo que quiero conseguir. Pero sé que si lo sigo intentando, llegará un punto en el que o lo habré conseguido, o sabré que es imposible para mí.
—¿Y el último cuadro que hiciste? ¿Sabes ya algo de la galería que te gusta?
—Lo tienen allí parado ya seis meses, y siguen haciéndome esperar. Si no lo quieren allí tengo pensada otra, pero claro, no es igual. La gente irá a verlo si saben que está allí, los que me conocen y los que no. Pero sabes que la gente asocia el nivel de la galería con el del cuadro. Cuanto peor sea la galería, y menos céntrica esté, menos interés tendrá la gente en darse el viaje para ir a verlo. Y mientras no me lo devuelvan, no puedo hacer nada.
—¿Pero lo subiste a la web, no? La gente sabe que existe.
—Sí, pero no se ve igual, no se entiende igual. Además no hablarán tanto de él hasta que haya una exposición.
—¿Se ha secado el último que hiciste? Puedo ayudarte con el marco.
—Sí, bueno… lo he enmarcado yo, al final. Pero si quieres darle un repaso a las juntas, estaría bien.
—Cada día lo haces mejor tú solo. Sabes que yo sólo lo hago porque me hace ilusión participar en algo.
—Lo sé.
—Ojalá pudiera ver tus cuadros.
—No importa.
—Sí, sí que importa. Vamos a esas fiestas y todo el mundo habla de pintura todo el rato. La gente te admira mucho y quiere hablar conmigo de lo mucho que les gustan tus cuadros. Yo sólo puedo decir que sí, que parece que a la gente le gustan. Que a los pintores buenos les pareces prometedor. Que trabajas muy duro y que te importa de verdad. Que he pasado la mano por la pintura, y que a veces las líneas son suaves, y a veces son rugosas. Que hay cuadros con los que has sufrido durante meses, y otros pequeños que son el fruto de una noche en vela. De cuando me acuesto y estás pintando, y me despierto y sigues en el mismo lugar. De cuando vamos en el coche, y estás callado, y sé que piensas en tu cuadro.
—A mí no me importa que no puedas ver. Hay cosas en el mundo que no son pintura.
—Sí, pero no te importan tanto.
—Tú me importas más que todos los cuadros.
—¡Pero no podemos hablar de ellos! No puedo decirte lo que pienso, no puedo ayudarte.
—Sí que me ayudas. Pones música, y te encargas de que el ordenador siga funcionando.
—Eres un desastre con la informática. No te interesa nada.
—Sólo me interesa lo que me ayuda a trabajar. Lo demás no.
—Podrías poner interés y aprender miles de cosas.
—Sé que si sale algo útil, te enterarás por mí. Como con la web que me hiciste con las estadísticas de visitantes. O cuando me instalaste el correo en el móvil, o lo de los blogs.
—Ya.
—Por cierto, me han invitado a otra cosa.
—¿A otra? ¿dónde? ¿cuándo?
—Es algo conmemorativo en Brasilia. Entre Seúl en noviembre y Fortaleza en mayo.
—Puf. ¿Y vas a ir?
—No lo sé aún.
—¿No es mucho con lo de la India el verano que viene?
—A lo mejor sí. Es mucho trote.
—Yo no sé a cuántas cosas puedo ir, paseando por salas donde no veo lo que hay colgado en las paredes, escuchando conferencias en las que no sé de qué hablan.
—Está claro, lo entiendo.
—A las tuyas voy porque me gusta oír el entusiasmo con el que cuentas qué has aprendido, y escuchar lo que murmura la gente.
—Je, je, eso es divertido.
—Me acuerdo de aquel chico se puso a hablarme como si pudiera ver. Fue horrible.
—Horrible, ¿por qué?
—En cuanto le dije que yo no podía ver, se quedó callado, como si yo ya no estuviera allí.
—El pobre, ya no sabría qué tema sacarte. Pasan mucho tiempo con otros pintores ¿sabes? Quizá no se le ocurría de qué te podría hablar.
—Supongo.
—No te lo tomes a mal.
—No, después en la fiesta me sacó a bailar salsa.
—Es buena gente, pero le cuesta salir de su tema.
—¡Tuvo que pedirle a otro que me lo preguntara!
—¿Ves? Y el otro sí estaba hablando contigo.
—Es verdad. Él y ese otro señor mayor tan majo que me dijo que eras muy creativo.
—Te apuesto lo que quieras a que no ha dedicado diez minutos a un cuadro mío en la vida.
—Qué exagerado eres. Ése sí era majete. No me habló de pintura ni un solo minuto.
—Pues qué suerte, porque no tiene fama de eso.
—¿No?
—Pues no.
—Qué cosas. En fin, ya sabes que yo sólo voy por viajar contigo, probar la comida de todos esos sitios, pasear por otras playas, sentir otras brisas del mar… oír otras olas…
—¡Y esos los bufés de desayuno! ¡Qué buenos! ¿A que sí?
—Sí, pero de vez en cuando estaría bien ir a un sitio en el que no hubiera ninguna exposición, y te tuviera para mí sola.
—Sabes que cuando salgo tengo compromisos, que es por lo que me pagan el viaje.
—… y si no fuera por ello no podríamos pagarlo. Ya. Tus padres sí que lo disfrutan. Como también son artistas, tienes suerte.
—Sí, bueno, hacen cosas parecidas, pero no son de pintura exactamente.
—Otros sólo sabrían que sales en la radio.
—Calla, calla, qué vergüenza. Y qué difícil es hablar con periodistas. Explicar lo que hago… para gente que no lo está viendo…
—Supongo que por eso me gustan tus entrevistas. Porque haces ese esfuerzo para otros, y yo lo entiendo un poco mejor.
—Me cuesta mucho.
—Pero a tus padres sí que se lo puedes explicar más o menos. Además sus compañeros sí que lo aprecian, y les dan la enhorabuena por lo que haces. Es una suerte que comprendan a qué te dedicas, y estén orgullosos. Otros no lo entenderían.
—Es que soy un chico con suerte.
—¿Aunque yo no pueda ver?
—Aunque no puedas ver.
—
Este microrrelato está dedicado a los que me preguntan cómo es estar casada con un matemático, sin ser matemática. Es más o menos así.
Sapir-Whorf y Granada son dos conceptos que giran en este momento por mi cabeza, a tanta velocidad como para ponerme a escribir. Mi abuela es una de las razones de que, aunque hayan girado otras cosas, no haya escrito nada este verano. Solisombra, de Ciclocris en Flickr (CC Atribución)
Imaginad por un momento a las personas que se sientan a vuestra mesa los domingos a comer. Imaginad que desde que tenéis uso de razón, y con paréntesis que habéis acabado por cerrar, siempre se hubieran sentado a la mesa las mismas personas. Imaginaos ahora que una de esas personas hubiera muerto el pasado día 13, de un cáncer de estómago (de un tumor gástrico).
Decir que echaré de menos a la única abuela que he tenido [is a fucking understatement] es muy poco. Me siento como si me hubieran cortado un trocito. Creo que todavía no puedo contaros cosas de ella. Era una de las personas más generosas y desinteresadas que he conocido. Cada vez que os ponga comida de más en el plato, cada vez que os diga que os podéis quedar en mi casa, espero estar siendo un eco de lo que ella fue.
…
Joder, no puedo escribir más sobre esto. Seguiré con el resto.
…
Mañana a las 7 de la madrugada salgo para Granada: llegaré sobre las 10. Por eso me ha hecho gracia al abrir mi Google Reader esta noche encontrarme estas dos cosas seguidas:
¿Por qué me hace gracia lo de Sapir-Whorf? Porque este año hará diez años (¡diez años!) de aquellas clases en la Universidad de Granada sobre Lingüística Aplicada a la Traducción (con este Miguel Vega, no el otro, ni este otro, claro, que tenía 13 añitos) que me entusiasmaron tanto, y me hicieron pensar en investigar sobre lingüística, traducción y la mente humana. Fue una de las clases que más disfruté (junto con la traducción de Trainspotting que hicimos en Traducción Literaria con Ricardo Muñoz, y las fichas de revisión con Dorothy Kelly [cuya versión sólo ligeramente adaptada usamos hoy en Matiz]).
Algo hizo clic cuando Miguel nos contó lo de la hipótesis de Sapir-Whorf, y después de interminables (lo sé) debates en clase, y de haber pedido un libro para leer más sobre el tema, después de haber tenido una especie de revelación, me di cuenta de que no, que aunque la gente que habla de manera simple parezca entender las cosas de una manera igualmente simplista, no tiene por qué ser una cosa consecuencia directa de la otra (hipótesis Wharfiana fuerte). Aunque ahora me pasa a menudo, tuve que esperar un año para experimentar algo parecido. Fue cuando leí el primer libro de Steven Pinker, en Colonia (tuve que dejar de salir una semana y media para poder comprarlo, menos mal que los primeros de Harry Potter los compraba María). No es poco esfuerzo, en la caja de zapatos el apartamento no había ni compañeros de piso ni tele ni internet.
La verdad es que sí que empiezo a sonar como mi abuela. 🙂
Granada es un gran sitio para equivocarse aprender. Y volver a equivocarse aprender más aún.
En el último año de carrera, ya me interesaba más ver cómo la traducción podría aplicarse a un modelo de negocio justo y efectivo (de ahí lo de formar la primera agencia de traducción de la Universidad de Granada con Quique, José Luis, Belén y los dos Juanes). Yo aquí sigo. Es lo que me da ahora oportunidades de aprender vía ensayo y error momentos de ¡ahá! y de ¡oops!
Por todo lo anterior me resulta curioso leer esto esta noche, y volver mañana a Granada.
Os pongo aquí lo que decían de Sapir-Whorf. Y como hoy tengo que poner en el plato más de lo que vais a comer, al final traduzco el párrafo que Languagehat considera más interesante.
I’ve written about Sapir-Whorf (e.g., here and here) and about the Pirahã (e.g., here and here, and good lord, has it really been five years?), and there’s nothing particularly new in Joshua Hartshorne’s «Does Language Shape What We Think?» in Scientific American, but it’s a nice short roundup of recent developments, and this is a thought-provoking paragraph:
This suggests a different way of thinking about the influence of language on thought: words are very handy mnemonics. We may not be able to remember what seventeen spools looks like, but we can remember the word seventeen. In his landmark The Language of Thought, philosopher Jerry Fodor argued that many words work like acronyms. French students use the acronym ban[g]s to remember which adjectives go before nouns («Beauty, Age, Number, Goodneess [sic], and Size»). Similarly, sometimes its [sic] easier to remember a word (calculus, Estonia) than what the word stands for. We use the word, knowing that should it becomes [sic] necessary, we can search through our minds — or an encyclopedia — and pull up the relevant information (how to calculate an integral; Estonia’s population, capital and location on a map). Numbers, it seems, work the same way.
As a side note, Scientific American could use some proofreading. (Thanks, Sarah!)
[Traducción al español a continuación. No reproduzco las faltas de las que se quejan en la última frase.]
Esto sugiere una manera diferente de pensar sobre la influencia del lenguaje en el pensamiento: las palabras son reglas mnemotécnicas muy prácticas. Quizá no podamos recordar qué aspecto tienen diecisiete carretes, pero podemos recordar la palabra diecisiete. En su famoso libro El Lenguaje del pensamiento, el filósofo Jerry Fodor argumentaba que muchas palabras funcionan como acrónimos. Los estudiantes de francés utilizan el acrónimo BANGS para recordar qué adjetivos van antes que los nombres (en inglés: belleza, edad, número, bondad, tamaño). De forma parecida, a veces es más fácil recordar una palabra (cálculo, Estonia) que aquello que la palabra representa. Utilizamos la palabra sabiendo que, si fuera necesario, podemos buscar en nuestra mente (o en una enciclopedia) y obtener la información relevante (cómo calcular una integral, la población de Estonia, su capital y lugar en el mapa). Al parecer, los números funcionan de la misma manera.
¿Queréis comer más? ¿Y quedaros hasta mañana? ¡Hay sitio! ¡No me molesta!
¿Qué decidiría al final Mary Jane? ¿Responsabilidad, cambios y pasta en Madrid? ¿O aventura, y retos diferentes en Cuba, para luego volver a casa (o no)? Aquí tenéis la respuesta:
Mary Jane 22 julio 2009 a las 5:25 pm
En primer lugar, gracias a todos los que habéis hecho comentarios en este blog y por otros medios, de verdad que han sido muy útiles y los he tenido en cuenta. Creo que casi todos me conocéis, pero no por este nombre, aunque la mayor parte me habéis tratado poco, por lo que ha sido interesante ver vuestras opiniones sin saber bien de quién hablabais.
Puesto que habéis ayudado de alguna manera con esta decisión, es justo que os informe del resultado: me quedo con la opción A, Cartagena-Cuba-Cartagena (aunque quién sabe qué pasará después o dónde acabaré).
Tengo que admitir que Madrid me tentó mucho e iba ganando puntos la mayor parte del tiempo. Además, ir a Madrid no suponía abandonar para siempre pensando la idea de tener una experiencia personal de cooperación durante unos meses, en Cuba o donde fuera. Sin embargo, en el último momento surgió un aspecto, no el fundamental pero sí uno importante, que no cuadró y me creó una mala sensación. Así que decidí que mi vida de ahora, con el camino que he emprendido y lo que se me abre en el futuro, me hace feliz y que no iba a cambiarla por algo distinto si no me convence al 100%.
Así que, ya sabéis, si queréis visitar Cuba entre noviembre y abril, podéis contactar conmigo a través de Bego. No estaré en La Habana sino en la otra punta de la isla, en la “Cuba profunda y real”, que seguro será toda una experiencia de vida, justo lo que yo quería.
Gracias de nuevo a todos.
¿Sorprendidos?
La otra noche soñé que me iba con ella a Cuba. Mientras estábamos allí ella tenía sus asuntos y yo los míos: mi trabajo intentaba establecer vínculos entre organizaciones locales y españolas para realizar proyectos conjuntos, pero no me daba tiempo a terminar las cosas que quería haber hecho allí y le comentaba a Mary Jane mientras tomábamos un helado que tendría que cambiar el billete y quedarme un poco más de tiempo. Lo siguiente que aparece en el sueño soy yo misma contándole a Fidel Castro en una reunión que los derechos LGBT son derechos humanos y son importantes. Me despierto con la sensación de que era como intentar explicárselo a mi abuelo, que en paz descanse, que era sindicalista. En la misma fábrica que el padre de Pérez-Reverte, para más señas.
Para mí, la conclusión de este sueño es que no descanso ni durmiendo… y que echo mucho de menos a mi abuelo. Fue el que consiguió que mis padres nos subieran la paga cada año con el IPC, excepto aquellos años en los que a los funcionarios les congelaron el sueldo; a nosotras, por tanto, nos congelaron la paga. De ésa no nos supo sacar, pero siguió enseñándonos cosas: a mí, a guardar trastos viejos para luego reconvertirlos a otros usos. Cada vez que veo a mi hija coger varios juguetes, una cuerda y un tornillo de juguete y hacer un regalo para mamá me acuerdo de los inventos del abuelo, lo que él llamaba los sisales. Si sale bien, y si no… pues nada.
Mary Jane: si ves a uno de los Castro, dile que he tenido un sueño. Que tengas muy buena suerte, y aprendas mucho. Todo es, al final, un sisale.