Cabalgando, remando, caminando, los brigadistas de la alfabetización penetran las más escondidas comarcas de Nicaragua. A la luz del candil, enseñan a manejar el lápiz a quien no sabe, para que nunca más lo engañen los que se pasan de vivos.
Mientras enseñan, los brigadistas comparten la poca comida, se agachan en el acarreo y la deshierba, se pelan las manos hachando leña y pasan la noche tendidos en el suelo, aplaudiendo mosquitos. Descubren miel silvestre dentro de los árboles y dentro de las gentes leyendas y coplas y perdidas sabidurías; poquito a poco van conociendo los secretos lenguajes de las hierbas que alegran sabores y curan dolencias y mordeduras de serpientes. Enseñando, los brigadistas aprenden toda la maldición y la maravilla de este país, su país, habitado por sobrevivientes: en Nicaragua, quien no se muere de hambre o peste o tiro, se muere de risa.
Aprendí a hablar muy pronto.
—¿Cuántos años tienes ya, Bego?
—Tres.
—¿Y de dónde eres?
—Yo soy nica de Nicaragua.
—¿Y tú sabes eso dónde está?
—Está en América Central.
La gente de la familia se partía de risa al oírmelo decir. Durante años y años he escrito en todo tipo de formularios:
Lugar de nacimiento: Managua (Nicaragua).
Es un dato anecdótico que no sirve absolutamente para nada, pero queda mejor que preguntar OLA KE ASE ES DE AKI O K ASE ¿tienes derecho a estar aquí?
Se cumplen 33 años de la razón que llevó a mi madre y a mi padre a Nicaragua. Y 32 de la razón de que volvieran. Yo. Y el calor. En parte. Supongo.
Llevo toda la vida respondiendo a esa pregunta, sin saber la respuesta. ¿Cómo habría sido mi vida si se hubieran quedado?
Tenía tiempo y era menor de edad, me dije: iré con mi primer sueldo.
Fui mayor de edad y no tenía dinero para ir.
Conseguí un trabajo y no tenía vacaciones.
Nació mi hija.
Monté mi empresa.
Nos mudamos.
Nació mi hijo.
Monté mi otra empresa.
Basta ya.
Ahora soy madre, autónoma y no tengo tiempo ni dinero, pero voy a ir.
Ya me he comprado los billetes, para mí sola porque Pablo prefiere quedarse con los niños a venirse (¿? Gracias por la parte de quedarte con los peques). Mis padres no quieren volver, mi tío Fernando no es aconsejable que vuelva (dice la familia que le puede dar un patatús si ve en qué queda su sueño de juventud). Mi suegro ya ha ido.
Teresa, la tía de Pablo, incluso escribió Memorias de un viaje inolvidable con su experiencia. Lo siento, Teresa, yo me estoy leyendo ahora. Más vale tarde que nunca. Recomiendo leer este artículo en La Opinión. El libro se puede conseguir aquí [y bastante más caro aquí]).
El lunes 25 de marzo a las 11 de la mañana salgo de Madrid. Llegaré por la tarde a San José de Costa Rica, que es ahora donde vive mi hermana (gracias, hermana, por esta excusa fantástica).
A esa misma hora del día 2 de abril miento, saldré el día 3 (casualmente, mi aniversario —nota mental: mi anillo sigue sin aparecer—) de vuelta hacia Madrid, y llegaré al día siguiente día 4 de abril a las 11.
Y mientras tanto, iré a Nicaragua. A…
Buena pregunta. Yo sola (bueno, con mi hermana), ¿a dónde voy?
Quiero ver el hospital en el que nací, Fernando Vélez Páiz (aquí la experiencia de un chico que lo visitó en el 2008, en inglés), y la casa en la que viví mis primeros dos meses. La famosa casa de la que mi madre «sacaba a escobazos arañas del tamaño de una mano». También los lugares que pudieron visitar mis padres durante la famosa cruzada, que recibió un premio de la UNESCO (aquí el Informe de la Unesco sobre toda la operación (en inglés).
Se mezclan dos factores en mi visita a Nicaragua: conocer la Nicaragua que fue, cuando yo nací, y conocer la Nicaragua de hoy.
La Nicaragua, Nicaragüita de Carlos Mejía Godoy:
Yo era muy fan de pequeña: tengo una foto con él y los de la Palacagüina. La música era de lo poco que comprendía de Nicaragua. Ahora tendrá 70 años, dice la Wikipedia. Y que se presentó a las elecciones en 2006 como vicepresidente, con un partido llamado Movimiento de Renovación Sandinista, que tenía como lemas de campaña: «Yo soy el feo, señores. El feo que quiere una Nicaragua linda» y «Feo sí, pero no ladrón».
Y la Nicaragua del Cristo de Palacagüina:
Y la Nicaragua de la mujer hermosa del terrateniente, sin ir más lejos, véase Natassja Bolívar (Wikipedia — Miss Nicaragua 2013). Ojo con el sonido que es el Ai Eu Se Te Pego:
Y la Nicaragua del día de la mujer en Managua. Foto de esta semana pasada:
Para vuestra tranquilidad, evitaré las zonas más peligrosas. Probablemente.
Lo digo completamente en serio, el que quiera venir, o presentarme a alguien que esté allí, o contarme su experiencia, que me lo diga con este formulario, o deje un comentario abajo del todo:
Una de las cosas que se echaba en cara a la cruzada de alfabetización es que era también una campaña de formación política pro FSLN. Es bastante natural que les saliera así, puesto que la iniciativa comenzó con el «y también enséñenles a leer». Aplicando aquello de que la pluma es más fuerte que el AK-47.
A veces, y según cuáles.
Las imágenes de este artículo las he sacado de los cuadernillos de alfabetización son de la web SandinoVive.org. Los ejemplos que he elegido no son los más llamativos en absoluto. Hay cuadernillos en castellano, inglés, miskito y sumo:
El otro día en Madrid me duché, me puse un vestido bonito, y en el sofá de un amigo con una mantita me dispuse a leer The Casual Vacancy, el nuevo libro de J. K. Rowling, que había salido ese día. Las últimas sesenta páginas me las acabé anoche.
Parece que, sin querer, escribí un relato autobiográfico de terror y drama durante el parto, y no he avisado: lo siento. ¿No quieres que te ocurra lo mismo que a mí? Haz tu plan de parto.
Seré breve, porque tengo delante a Mary Jane. Sirva para decir que Mary Jane no soy yo, ni es María, es otra persona, pero este no es su nombre real, por si lo habíais dudado. Estamos al fresco en un FresCo, y tiene el siguiente dilema: Chica de 34 años, sin ataduras familiares, con hipoteca
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