Etiqueta: mi primer viaje a Japón

  • Japón: game over. Jueves 14, ponencia en el Día del Emprendedor.

    Nara sin sakura
    Nara sin sakura

    Aprovechando que Lucía duerme y P está jugando al Texas Hold’em con los matemáticos, cierro el Factusol, el correo y todo un ratito y os cuento algunas cosas… estoy muerta, así que este artículo tiene dos resultados garantizados (Simpsons: ¡Nosegarantizanresultados!): desconexión de la temática interna y probablemente (argh) alguna erratilla.

    Vayamos por partes.

    El jueves estaré en el Día del Emprendedor de la Región de Murcia (¡como ponente!) en Cartagena, en vez de en el 25 aniversario de Greenpeace, en Murcia. Si estáis en la Región, deberíais ir a una de las dos cosas.

    La celebración de Greenpeace es a las 19:30 así que no son del todo incompatibles.

    La ponencia en la que participo, junto con Amelia González, es a las 10:00. Estaré todo el día en Cartagena.

    Para ir al Día del Emprendedor habrá autobuses gratuitos desde Murcia para los inscritos (hay que inscribirse de todas maneras, gratis, en emprendeconinfo.com).

    Bellas Artes.

    Me encanta. Soy la peor de la clase, y aun así, soy muy feliz.

    Japón.

    Se acabó el viaje a Japón. De hecho, a la semana siguiente del post anterior, cuando volví a Nara con Pablo, ya no quedaba apenas ningún cerezo en flor. Tempus f*ing fugit, como dice Zor, atrapa el sakura, haz hanami mientras puedas, y demás.

    Tengo que publicar todo sobre el viaje a Japón, puesto que hasta tengo una petición formal de Paco (¡lo escribiré!).

    Temas pendientes, por tanto:

    • Por qué no me he quedado a vivir en Japón, a pesar de la tentación (respuesta corta: porque me ha parecido más conservador/discriminatorio aún que Murcia, quién lo iba a decir, y me ha resultado incómodo).
    • Todos los motivos para quedarse para siempre, a pesar de eso: sashimi, ternera de Kobe, aparatitos con botones, tecnología, cultura, limpieza, ¿he dicho lo tecnológico que es todo?, la caligrafía, el sashimi, los móviles con internet de alta velocidad, ¿la ternera de Kobe ha salido?, los tacones de aguja en el metro, el hanami, ¿sashimi lo he dicho ya?, lo manga que es todo, que los trenes lleguen siempre a tiempo, los aseos públicos con desinfectante y olor a flores, la ternera de Kobe, el paisaje humano, ¿he dicho ya la tecnología, el sashimi y la ternera de Kobe?).
    • Esquizofrenia o bipolaridad de la moda japonesa (diario versus fin de semana versus cosplay), las medias por la rodilla, los pinkis de moda, y por qué Lucía no llevará jamás uniformes japoneses de colegio, si puedo evitarlo.
    • El misterio de los Girl’s Bar. ¿Qué son? Y si son lo que sospechamos ¿por qué es tan aburrido?
    • La manta raya de cuatro metros del Acuario de Osaka, jugando.
    • Nara.  El edificio de madera más grande del mundo, el buda bajo techo más grande del mundo, y el merchandising de Hello Kitty (o Doraemon; o Snoopy) en el regazo de Buda más kitsch del mundo.
    • El día que llamaron a Pablo para decirle que era uno de los 100 líderes del futuro según la revista Capital. (Procrastinators: leaders of tomorrow).
    • Los Spanish Churro del Starbucks (¡Mini Churoky!)

    Y… eso os contaré, más o menos. A ver si poniendo la lista primero, me animo a hacer actualizaciones cortitas.

    ¡Nos vemos el jueves!

  • Impresión, sol naciente

    Cuidado con los ciervos de Nara
    Cuidado con los ciervos de Nara

    Por fin, ya no estoy enferma. Y Japón… es increíble. Es como viajar al futuro, o a Marte, o al pasado, o a todo lo anterior.

    Por fin puedo de nuevo hablar, y menos mal. Además, lo necesitaba. Ayer cantaba Quique aquello de esta iba a ser una canción instrumental

    En los quioscos del metro venden USB de conexión 3G y pañuelos de tela, al lado de los caramelos.

    Los cerezos… ahora lo entiendo. Están por todas partes, de repente te distraes, das la vuelta a una esquina, el tren pasa un edificio, y de repente, ahí están. Una explosión de color, de olor, y siempre, de manera un tanto extraña, una sorpresa.

    Y dices: ¡Oh!

    Y no sabes decir nada más, durante unos segundos.

    Me cuentan que Lucía lo está pasando bomba estas vacaciones. Yo la echo mucho de menos. Hay más niños de lo que uno podría pensar. Ayer estuve en Nara, y a Lucía le habrían encantado los ciervos (los mensajeros de los dioses) que viven en el parque, en los jardines alrededor de los templos. Se lo habría pasado fenomenal, con todos los demás niños (y muchísimos adultos) dándoles galletas para ciervos.
    Nos he comprado (para ella y para mí) rotuladores-pincel para hacer kanjis de colores. Las tiendas de artículos de caligrafía son impresionantes. Me tuve que contener, pensando que volveré el fin de semana que viene, para no llevármelo todo. Aún no he visto ningún sitio donde den clases para turistas, pero copio algunos con la ayuda de Quique (que me dice el orden y número de los trazos) e intento recordar los consejos de Adri Rojas: recuerda, tienen que ser proporcionales, y cuadrados.
    Hoy aún no sé qué haré. Me encanta esto del pase para cualquier tren. Mañana cogeremos el Shinkansen (el tren bala) a Tokio. Mañana más.

  • 38 horas para embarcar hacia Japón

    Cartagena-Murcia-Madrid-Helsinki-Osaka-Nara-Tokio-Kobe-Kyoto-Osaka-Helsinki-Madrid-Murcia-Cartagena
    Cartagena-Murcia-Madrid-Helsinki-Osaka-Nara-Tokio-Kobe-Kyoto-Osaka-Helsinki-Madrid-Murcia-Cartagena

    ¿Sabíais que… amígdalas es hoy en día la palabra griega para almendras?

    Pues esta mañana me he levantado con amigdalitis, esto es, con las almendras hinchadas, y siento como si tuviera uvas atascadas en el cuello, y me molestan los oídos como si llevara ya 10 horas en un avión. Esta tarde, gracias a nuestro amigo el ibuprofeno efervescente genérico y los antibióticos de amplio espectro, estoy siendo capaz de escribir este mensaje.

    Yo a este viaje voy aunque me tenga extirpar las amígdalas a mano en los lavabos del aeropuerto de Helsinki.

    Quizá exagero.

    Quizá los superpoderes de los emprendedores y autónomos se desvanecen cuando dices la fatídica palabra… vacaciones. Me he estado resistiendo cuanto he podido, he puesto el autorrespondedor, contestaré los correos electrónicos, le he dejado mil instrucciones a María José, mi asistente… y aún así, me cuesta. Llamadlo superstición si queréis, pero desde que se abrieron las puertas de Matiz hace ya dos años y tres meses, no me he atrevido a decirla con la misma alegría.

    Lo mejor de todo: se acerca Quique desde Beijing.