Hace años subimos los Pirineos, en plan familia y amigos. Un día incluso pasamos a Francia, que tenía los mismos pinos. Otro día nos perdimos unos pocos y los de la Guardia Civil dijeron a los demás que cuando lleváramos tres días por ahí mandarían a alguien, que estaban buscando aún al desaparecido de la semana anterior. Al bajar y recuperar la cobertura nos encontramos que alguien había puesto una olla de garbanzos a enfriar bajo nuestra caravana, haciendo que saltara todo el mecanismo antiterrorista y llegaran los de informativos de Antena3.
En ese viaje batí uno de mis récords: cociné crepes para desayunar para unas treinta personas. Pero hoy os cuento algo que me cambió, en ese viaje.
Subimos alto, hasta donde había nieve y caballos sueltos. Pero, subiéramos hasta donde subiéramos, por temprano que hubiéramos salido, por muy alto que escaláramos, en la cima siempre encontrábamos lo mismo.
Una mierda de vaca.
No una vaca. Un excremento de vaca. Una boñiga, vaya. No insisto más.
Y desde aquel momento, mi respeto por las vacas aumentó increíblemente. Porque de todos los que íbamos, más o menos experimentados, al llegar arriba no nos quedaban fuerzas para imitar a la vaca. La vaca siempre se había adelantado. La vaca nos había ganado. La palabra «vaca» perdió toda connotación negativa. Las vacas ya no daban sólo leche, filetes y cosas bonitas de cuero. No. Las vacas merecían un respeto adicional.
Por eso esta historia parece que va de una vaca. Pero no.
(Continuará)
Hoy trascribo aquí la letra de esta canción de Los Planetas que podéis escuchar en LastFM, «Montañas de basura». Hacía mucho que no escuchaba este disco. Estas vacaciones hemos estado practicando canciones de mi carpeta antigua de acordes, estrenando la electroacústica de Pablo (una Fender muy bonita, no porque la comprara yo). Suena bastante bien.
A este ritmo voy a cambiarle el nombre al blog. Hoy, de nuevo, Pablo Mira (co-protagonista del blog y de mi vida) es noticia o al menos aparece en una noticia. Esta vez en El País, con un artículo precioso sobre los matemáticos como (¡caramba!) seres humanos. Me ha encantado y lo recomiendo, no sólo
Ya dije cuando llegó el libro que tenía muchas ganas de leer The Personal MBA, de Josh Kaufman. La idea detrás de The Personal MBA se reduce a una cita de The Good Will Hunting (nada menos) que dice así (en la película original, en su web es algo más políticamente correcta) : You dropped
Comentarios