Amor, Oviedo, y crónicas de sociedad

A ver, lo primero el amor. Me ha emocionado este vídeo, sobre todo (curiosamente) ver las fotos de las bodas. Cuando los políticos se ponen a rajar del matrimonio gay, seguro que no están pensando en joderle el día de su boda a tantas y tantas personas.

«Fidelity»: Don’t Divorce… de Courage Campaign enVimeo.

Quizá hay más sensibilidad hacia el día de la boda que hacia los demás días. No hay muchas razones en la vida para estar orgulloso de ser de un sitio u otro, pero mira, por este lado, no vamos tan mal por aquí. Tan mal como en otras cosas en las que estamos muy mal, eso también hay que decirlo.

Qué párrafo más absurdo. Id a firmar a Courage Campaign para olvidarlo.

¿Por dónde iba? Ah, sí. Me emociona y me siento identificada con estas personas porque me dan la impresión de que tenían ilusión por casarse (cosa que no se suele ver últimamente) y por hacerlo a su manera, y en su día  yo también me casé como quise, con quien quise, y ese ejercicio de libertad es muy bonito. La libertad de casarse, si uno quiere, o no hacerlo, si uno no quiere, no se le debería privar nunca a nadie.

Nunca he entendido por qué los supuestos defensores de la familia la emprenden contra los que sí quieren formar una familia, y no contra los que no quieren.

Esta semana pasada he ejercido de esposa de y de la manera más tradicional, quién me lo iba a decir. Ha sido el Congreso de la Real Sociedad Matemática Española 2009, en el cual como ya sabe cualquier persona que haya cruzado 50 palabras conmigo en los últimos días le entregaban a Pablo el Premio José Luis Rubio de Francia, del que ya hablé y al que ya enlacé y tal.

¿Os acordáis de eso de que en física de partículas, 25 personas es Woodstock? Pues este congreso fue de 10 Woodstocks. Y aunque la vida de un matemático se parece más (mucho, mucho más) a Big Bang Theory que a Sex and the City, esta semana ha sido especial.

Fue fantástico. Hay vídeo, (pero no está digitalizado aún), hay fotos (pero mi cámara ha muerto, luego yo no las hice, luego no las tengo), y sobre todo, hay crónica de sociedad. Sí. No os la perdáis. Cito un fragmento del primer párrafo, y luego el último, en el que salgo yo:

Alérgica como soy a esta asignatura que me martirizó la adolescencia hasta mi elección por Letras, bien pensé que un congreso de matemáticos iba a ser un encuentro de portentos y eminencias, calculadores e inexpresivas. Pero no. Allí estaba en el comité organizador, la cálida Concha Masa. En volandas recorrí el mármol del Auditorio, cual Campanilla de la mano de Peter Pan, con el hiperamable Santos González quién me presentó a muchos de sus colegas, como a la risueña Olga Gil, presidenta de la RESME, […]

[…] el galardonado con el premio José Luis Rubio de Francia, Pablo Mira Carrillo, joven matemático de Cartagena (la condición para conseguir el galardón es tener menos de 32 años) quién me simplificaba el objeto de su estudio sobre Superficies Mínimas: «Tiene que ver con la forma que tiene una pompa de jabón».

Acompañado por sus padres José Manuel y M Dolores y por su cariñosa esposa Begoña Martínez a quién, en sus resueltas palabras de agradecimiento definió como «mi mejor mitad», fue preguntado por el eminente profesor Vázquez: «Vas a seguir siendo así?». Una incógnita de solución no matemática, que sólo el tiempo puede resolver.

Podría dar para comentario de texto, pero como hay más artículos, os pongo el revuelo mediático asturiano sobre el Dr Mira, con una pincelada distinta cada cosa:

He trabajado muchísimo. He intentado trabajar desde los sitios más fantásticos (AC Oviedo Fórum*****, que pena que la conexión a internet cueste ¡12€ al día!), hasta los más horribles, haciendo lapstop bajo la nieve para mandar un email crítico (¡gracias, Hannes de álgebra!). No me ha dado tiempo a dibujar apenas (no como a este chico que sí ha ido y sí le ha dado tiempo a hacer algo chulo). No he hecho turismo. No he visto lo de Calatrava. Ha nevado y no tenía cámara. Ha hecho sol y he abrazado la estatua de Woody Allen. He dormido muy poco, y muy mal. He conseguido pasar una tarde con una amiga de la carrera. He comido más, mucho más de lo que debiera, pero no me arrepiento. Quizá desearía tener un rebaño tras el que correr para quemar las tablas de comida asturiana, pero bueno.

He sobrevivido, una semana más.

Eso sí, hemos visto un concierto desde el Palco de Honor del Auditorio. Las canciones del programa estaban traducidas del alemán por Llorenç Serrahima, y me alegré de que hubiera sido un compañero de la lista TRAD, y que estuviera bien citado. Le han puesto donde sientan al príncipe cuando viene, me susurraron señalando a Pablo. Y a la mañana siguiente, en el desayuno, le dije al director de la orquesta que había estado en el concierto el día anterior y que me había gustado mucho, y que, sí, había sido diferente pero genial. En alemán.

Y entonces sí que me sentí en una crónica de sociedad.

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Comentarios

Pablo
14 febrero, 2009

Pues yo me quedo con la imagen de Begoña, en la antesala reservada del palco del príncipe en el auditorio, con un vestido negro adecuado a la ocasión y sosteniendo una copa de Ribera de Duero que nos sirvió una amable señorita, diciendo: «¿Sabes, Pablo? Si esto empezara a hacerse frecuente, creo que podría acostumbrarme…»

Seguro. Te adelanto que algo parecido pasará con los ryokan japonenes en un par de meses. Es lo que tiene la polivalencia ;-P

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