Mes: agosto 2013

  • Suerte=preparación+oportunidad (inspirado por Marta)

    Suerte=preparación+oportunidad.

    Hay gente a la que le toca la lotería y 5 años después sigue igual que estaba. Hay que estar preparado para cuando te toque tener suerte. Hay que tener suerte para que tu preparación se convierta en un factor multiplicador de lo que te ha tocado.

    Pero lo único que podemos hacer es currarnos nuestro destino. Caminar siempre hacia lo que más miedo nos da, y ver cómo cada vez está más lejos. Cómo cada vez tenemos más espacio para ser libres.

    Eres una inspiración, Marta. Tú puedes.

  • Nicaragua, con tus propios ojos (IV): acaba el primer día con luces de Navidad

    Nicaragua, con tus propios ojos (IV): acaba el primer día con luces de Navidad

    Sigo contando el viaje a Nicaragua. Me decía a mí misma:

    Es la primera vez que vengo, pero no es la primera vez que estoy

    Nos habíamos quedado hablando delante de los monumentos de los grandes líderes de la revolución. Mi padre me hablaba en su día de la falta de mandos intermedios. Había grandes intelectuales con grandes ideas, y el pueblo. ¿Y en medio? No había nadie que pudiera hacer que esas ideas se convirtieran en realidad.

    Se ve mucha actividad de construcción y reparación e Managua: en las casas, en las carreteras. Ni de lejos es tan bonita como Granada, porque para eso tendría que ser una ciudad con calles, y es más bien una serie de fincas muy juntas.

    Estamos acostumbrados a la noción de ciudad como calles y casas espalda con espalda, con miles de años de capas parecidas debajo.

    Managua es un bosque del que asoman tejados, cruzado por carreteras, sí, ahora asfaltadas y adoquinadas. Los adoquines son herencia de Somoza, que tenía una fábrica de ladrillos. Roberto nos decía que le salió el tiro por la culata, porque eran fáciles de arrancar y arrojar, o convertirlos en barricadas.

    Nos decía Roberto «el Pollo» Sáinz que nuestros padres llegaron la retaguardia d elas brigadas de internacionalistas, y que era difícil, más difícil, ir convirtiendo un impulso revolucionario como la cruzada en algo permanente, de todos los días. La educación de adultos se acabó cancelando cerca del 90. No queda claro si cancelado por los últimos sandinistas o ya por Violeta Chamorro.

    ¡Cómo se le llenaba la boca de insultos al hablar de Violeta, de los piñatistas, los congresistas actuales! De hijoeputa para arriba, salían a borbotones. Luego se paraba y decía: esto es en el terreno de lo que hacen, yo a Doña Violeta… Doña Violeta me saluda: si nos vemos, nos conocemos. Igual Daniel Ortega quiere que vuelva,  y yo le digo: a ti tengo ley, me cases bien. Pero no soporto a esos ladrones con los que te juntas, es que no puedo.

    Parece que fundaron otro partido de renovación sandinista, pero no fue bien y también se alejó. Lleva nueve años jubilado, está operado de corazón, de cáncer, de todo: no debe tomar disgustos y se nota que los tomaría. Y mucho. Por ejemplo, con las luces de Navidad:

    Espe, Roberto y Bego frente a la catedral de Managua.
    Espe, Roberto y Bego frente a la catedral de Managua.

    ¿Las luces de Navidad? ¿Por qué debería uno enfadarse con las luces de Navidad?

    La luna, la «concha acústica» que hicieron para la visita del Papa, y un árbol de Navidad sin árbol, gigante.
    La luna, la «concha acústica» que hicieron para la visita del Papa, y un árbol de Navidad sin árbol, gigante.

    El problema es que estamos en Semana Santa, y aún no han retirado las luces de Navidad. El respetable protesta del excesivo gasto de luz. Roberto «del monumento que hiciero para ese hijoeputa de Juan Pablo Dos, que no quiso bendecir a aquella familia, y cómo se lo hizo pasar a Cardenal».

    Cardenal. El Papa. La revolución sandinista como revolución cristiana, la teología de la liberación… es un jardín en el que no me voy a meter hoy. La visita del Papa da para mucho: para un libro, para un documental de una hora… caramba, qué casualidad. Aquí hay uno entero en YouTube, que acabo de descubrir y que tengo muchas ganas de ver.

    Y con esto os dejo hasta mañana, que espero poder llegar al segundo día de mi viaje a Nicaragua.

    Espero terminarlo antes de que llegue la Navidad.

  • Estoy en Barcelona

    Estoy en Barcelona

    Barcelona huele a pan. A pan recién hecho. No a pan de payés (pa de pagès), sino a cruasanes de mantequilla crujientes.

    Tenía esa frase escrita desde hace días. Después de una hora dándole el follón a Lucía para que escriba su diario, me doy cuenta de que todo lo que le digo a ella se me aplica a mí. Que no estoy escribiendo nada tampoco. A ver si me ayuda ella a mí.

    —¿A qué huele Barcelona, Lucía?

    —Barcelona huele a la calle. Al  motor de los coches. Gasolina. Cerezas y manzanas. Al olor de la compra. Chino, japonés. Contaminación. Restaurantes. ¿Qué?

    —¿A qué más?

    —Pepitas. Vale, eso me lo he inventado.

    —¿Qué son pepitas?

    —No lo sé. Es la primera cosa que se me ha ocurrido… A personas. Calles, casas y periódicos aburridos. Gente normal leyendo. Nada más.

    —¿Y ahora, qué se ve de Barcelona?

    —Ya lo he dicho.

    —No, cosas que hayas visto.

    —Zoos o cines o McDonalds. Gente aburrida. Casas grandes y pequeñas. Nada más se me ocurre.

    —¿Y el mar?

    —El mar normal. Arena donde se hace castillos y bolas de arena. Niños juguetones que se meten en el agua. Nada más.

    —¿Y el cielo?

    —El cielo es normal.

    —¿Y por la noche?

    —Cien estrellas.

    —¿Y en qué es diferente de Murcia?

    —Más árboles, más colores y más gente.

    —¿Solo eso?

    —Un mar más grande. Más sol.

    —¿Más sol?

    —Es una forma de hablar, porque quiere decir que da más el sol.

    —Pero si ha llovido.

    —Llueve muy pocas veces.

    —En Murcia también llueve muy pocas veces.

    —Es que es verano. Aquí llueve muy pocas veces.

    —¿Qué te ha gustado más de Barcelona?

    —No lo sé. ¿Qué hago yo diciéndote cosas y tú sin ayudarme? —Ella está escribiendo su diario—. Oye, eso es un chiste. No lo escribas.

    —Me gusta apuntar cuando dices cosas divertidas.

    —No voy  a decir nada más.

    —¿Seguro? ¿Ni siquiera las cosas que no te han gustado de Barcelona?

    —Hmm-hmmm. Es que no me ayudas.

    —¿En qué quieres que te ayude?

    —¡En ESTO! —señala el diario.

    —Empieza por la palabra de siempre: «Ayer…»

    —Ya está. Ya he escrito ayer.

    Ayer es con i griega.

    —Aaaargh… ¿Ayer qué?

    —¿Ayer volvimos?

    —Todo el mundo sabe eso.

    —No, los que están leyendo tu diario no lo saben.

    (…)

    —Lucía, volví es con uve, con uve y con i normal. Y Barcelona es con be. ¿No te has dado cuenta de que la ciudad está llena de bes de Barcelona?

    —No me interesa la be.

    Finalmente, termina su hoja de hoy del diario. Le corregiré el resto cuando no mire…

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