Gracias Txema por este vídeo genial:
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Mi amor por las matemáticas y los matemáticos no hace más que aumentar con el tiempo. Quizá sean como la cerveza y el vino. De niña me sabían amargas, me desconcertaban. Conforme pasa el tiempo me dan más alegrías, más momentos de ¡ajá! ¡perfecto del todo! ¡Yuju!
Pablo nunca me ha regalado un diamante, pero sí me regaló una verdad: en 2001 me regaló la Begoña surface, una superficie minimal que (según él) hasta ese momento no se había descrito.
—Si me quisieras de verdad, la subirías al ArXiv —dijo mi yo de ¿20? años, que no era tonta del todo.
—Uy, quita, qué vergüenza.
Así que ahora no la encuentro, y no puedo contrastar si la verdad que me regalaste, amor, está demostrada o es una conjetura.
Yo te quiero igual, y siempre nos he visto regidos por el axioma de elección.
El caso es que debería estar en esta carpeta…
Carpeta del instituto y primeros años de facultad. Contiene escritos varios, poemas buenos de otros y malos muy malos míos, dibujos, emails impresos e incluso un log de ICQ en papel (¡un log!).
PD: Por cierto… Uuuuuuu-uuu-uuuh, ¡Banach-Tarski!
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PD (II):
—Hermanos, con estos panes y estos peces, dad de comer a la multitud…
—Pero maestro, ¿podemos usar el axioma de elección?
—Joder, si no, ¿cómo?
PD (III): Me ha dado mucha rabia no poder acabar el curso de programación del MITx que empecé, precisamente porque me daba muchos momentos de esos, de ¡terminado! ¡funciona! ¡probado! ¡esto es verdad para siempre! Cosa que en la empresa no se da mucho. Ahora sé un poquito más de mates y programación, y cuatro tonterías en Python, y mola.
Y yo, la verdad, no sé qué decir. Tengo imágenes e historias en la cabeza. Supongo que lo sabré cuando lo haga. Si pudiera elegir, conseguiría hacer cosas como ésta, por ejemplo. Si tengo suerte después de poner el primer 99%, que es trabajo. Como todo. People are strange, de Denis Fongue en Vimeo. Los
Llevo unos días queriendo escribir un post diciendo que no me recortarán las ganas de reír, pero paradójicamente, no estaba de humor.
Creo que mentalmente me resisto a la idea de dejarme llevar por la corriente general de ¡es el Apocalipsis, el fin del mundo, los mayas tenían razón! Hoy os explico qué pasa por mi mente.
Los oseznos jugaban sin parar. Era muy divertido verlos, y daban ganas de ir y jugar también (hasta que te fijabas en las zarpas).
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