El fin del mundo se acercó… pero luego todo volvió a la normalidad, como en el Restaurante del Fin del Mundo. No sé si os habréis enterado, pero ayer durante un par de horas… ¡Gmail dejó de funcionar! El horror, la locura. A mí me molestó, pero ahí estaba Thunderbird y mi propio servidor POP3/IMAP para, curiosamente, cubrir el hueco.
Parecía imposible, pero ¿sabéis qué pienso? Está bien ver que en Google todavía son humanos. Una empresa como tantas que puede fallar, durante unas horas, y luego sacar un post dos artículos en sus blogs para reconocerlo y dar explicaciones, que oye, bien hecho. Para eso también están los blogs de las empresas ([autobombo on]en Matiz, la agencia de traducción e interpretación que dirijo[autobombo /off], también tuvimos problemas con el correo después del cambio de centro de datos de nuestro proveedor). Precisamente a raíz de eso estábamos pensando esta semana en cambiarnos a Google Apps, pensando, bueno, otros servicios se caen, pero ¿cuántas veces se ha caído Gmail? Oops. Quizá, como en todo, tener un sistema de repuesto sea lo más prudente.
¿Y si hubiera dejado de funcionar del todo, para siempre? Pues lo primero que hice cuando empezó a dar fallos fue hacer una copia de seguridad de la lista de tareas ¡que es lo único que no se sincroniza con nada ahora mismo! No lo había pensado. Los calendarios sí los llevo en el iPod.
En cualquier caso, el revuelo en Twitter ha sido increíble, lo que una vez más muestra lo imparable que es la información (/indignación) ahora: todo un escándalo, en menos de dos horas.
Que si alguien había tropezado con un cable, que si habían metido Google en Google…
Y por supuesto, el grito de socorro, ¡no funciona interné! 🙂
Nada, todo ha sido un mal sueño, no hay nada que ver, circulen, circulen.
«Tenemos la capacidad de construir prácticamente cualquier cosa que nos imaginemos. La pregunta clave no es ¿puede construirse? sino ¿debe construirse? Esto nos coloca en un excepcional momento histórico: la prosperidad de nuestro futuro depende de la calidad de nuestra imaginación colectiva».
Nos han premiado en el XVIII Concurso de Proyectos Empresariales con nuestro proyecto aún en desarrollo «Júramelo». Ya está saliendo en bastantes medios. En breve os cuento por aquí cómo va Júramelo, puesto que es bastante más que «una agencia de traducción a través de Internet para abaratar costes» como dice la nota del Ayuntamiento.
Esta mañana hablaba con un grupo de matemáticos en el desayuno (en mi vida esto es algo común) y comentábamos el descenso de la inversión en I+D de las empresas en los últimos tiempos. Yo decía: —Tenéis que entender que una empresa tiene el deber de proteger su existencia. Sólo si sigue existiendo podrá un
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