Esta mañana hablaba con un grupo de matemáticos en el desayuno (en mi vida esto es algo común) y comentábamos el descenso de la inversión en I+D de las empresas en los últimos tiempos. Yo decía:
—Tenéis que entender que una empresa tiene el deber de proteger su existencia. Sólo si sigue existiendo podrá un día volver a sufragar proyectos de I+D. Tiene que protegerse… en ese sentido es un poco asimoviana…
Entonces he pensado que quizá las empresas, cuando dejan de portarse como personas o grupos de personas, deberían al menos portarse como robots asimovianos. Sus tres leyes serían:
- Una empresa no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
- Una empresa debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley.
- Una empresa debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no entre en conflicto con la Primera o la Segunda Ley.
¿Y la ley cero (o cuarta…), dirá el primero de la clase?
- Una empresa no puede hacer daño a la Humanidad o, por inacción, permitir que la Humanidad sufra daño.
Supongo que al cumplir esta última ley, las empresas y los robots serían mejores que muchos humanos.