Por fin he visto Nicaragua con mis propios ojos. No solo en fotos, no solo en las historias de mis padres, de mi tío Fernando, de Ángel, de Jesús.
El primer día se me rompió la cámara de fotos. Sigue sin funcionar. La parte buena es que venía mi hermana, que no sólo tiene una réflex buena, sino que es buena fotógrafa. Su relato del viaje y sus fantásticas fotos están en este artículo de su blog, Espe por el mundo: Nicaragua.
Pero más allá del paisaje físico, lo que tengo que agradecer infinitamente es haber conocido a nicas que me han enseñado Nicaragua. No sólo para que la vea con mis propios ojos, sino para poder verla también a través de los suyos.
Nicaragua, quiero verte con tus propios ojos.
De la Wikipedia, que no se diga:
Habitado por pueblos precolombinos,(…) conquistado por España en el siglo XVI. (…) independiente en 1838 (…). Tras décadas de intervención y fuerte influencia extranjera, mediante la Revolución Nicaragüense, se instauró una Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional 1979 – 1985 (…) En 1984 se realizan las primeras elecciones (…) nuevo Presidente elegido: Daniel Ortega Saavedra. (…) Durante el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional el país sufrió un largo conflicto civil con intervención de los Estados Unidos de América a través de su Presidente Ronald Reagan, financiando la guerra sin autorización, llegando a bloquear económicamente (…) Los conflictos económicos y de Guerra culminaron en 1990, al mismo tiempo que el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional presidido por Daniel Ortega Saavedra perdió el poder en elecciones populares.
Ése era el momento de la verdad. Perdió las elecciones y ¿cedió el poder? Pues sí. Gana Violeta Chamorro, se acaban los problemas con EEUU y se pueden centrar en los suyos propios: pobreza, inflación, corrupción (al saqueo de los sandinistas que se iban lo llamaron la piñata) y al reducir el ejército, desempleo. Sobre todo, y reconstrucción del país después de ¿ochenta? años de guerra, por unas cosas o por otras. Privatizan todo (¡sorpresa!). Pasan Arnoldo Alemán, el Huracán Mitch y Enrique Bolaños, cada uno con sus destrozos, y vuelve a ganar Daniel Ortega en el 2008, 17 años después. Esta vez sabe que tiene que contar con la iglesia católica, y hace cosas como penalizar el aborto (hasta el que salvaría la vida de la madre: ya escribí sobre eso estando embarazada). Ahora es cuando parece que no se quiere despegar de su sillón…
No me encontré a Salman Rushdie en el avión, pero descubrí y leí su libro La sonrisa del jaguar, que es un diario de viaje por la Nicaragua de 1987. Ya en casa me había terminado el de Teresa Memorias de un viaje inolvidable (artículo en La Opinión. Consíguelo aquí [más caro aquí]). Son dos visiones muy diferentes, separadas por diecisiete años y toda una clase social. Rushdie entrevista a los sandinistas en el poder. Teresa convive con las comunidades de base con proyectos activos.
Se le echa en cara a Rushdie que es benévolo con los sandinistas. Está claro que está entusiasmado con la revolución, y él mismo dice en el libro que para él es nuevo no estar en la oposición directa al gobierno de ningún sitio. Sin embargo, le horroriza el cierre del periódico La Prensa (el diario de la que luego sería presidenta Violeta Chamorro), y le pregunta al ministro de cultura, Ernesto Cardenal, si van a repetir los errores de la revolución cubana, a lo que él contesta, no, ¿qué errores?:
(…) I took a deep breath and mentioned, er, for example, human rights abuses? Political prisoners, torture, attacks on homosexuals, on, um, writers? ‘What attacks?’ (…) it was like hitting a wall. When I left the Ministry of Culture I noticed that the Nicaraguan fondness for naming their ministries acronymically had created, in this instance, an unfortunately Orwellian resonance. Cardenal, chief of MINICULT. I went away feeling depressed.
(…) (mi traducción) Respiré profundamente y dije, eh, por ejemplo ¿abusos a los derechos humanos? ¿Prisioneros políticos, tortura, ataques a homosexuales, a, estee, escritores? «¿Qué ataques?» (…) era como darse cabezazos contra una pared. Cuando salí del Ministerio de Cultura me di cuenta de que la pasión nica por nombrar los ministerios con acrónimos había creado en este caso un eco a lo Orwell. Cardenal, jefe del MINICULT. Me fui sintiéndome deprimido.
Al llegar al aeropuerto de San José de Costa Rica, busco en la cinta de equipajes la mochila de los Scouts que me ha prestado mi hermano pequeño. Cuando sale, oigo a una señora española susurrarle a su pareja: mochileros… Y así, sin más, con una mochila prestada y medio vacía, los susurros pasan de la mamá que es empresaria, sale en el periódico en el colegio de mi hija la semana anterior, a una mochilera por la jungla.
Qué cosas.
En Centroamérica no se lleva lo de las direcciones clásicas. Aunque hay nombres de las calles, como las ciudades suelen tener planta española (es decir, en cuadrícula), hay avenidas numeradas (en una dirección) y calles numeradas (en otra). Una manzana es cuadrada y tiene 100m de lado (mejor dicho, 100 varas: pero para esto digamos que da igual). Para dar una dirección, escoges un punto de referencia y dices, por ejemplo, tantos metros al norte, tantos al este. Y vas contando cuadras.
El problema surge cuando los puntos de referencia famosos ya no están ahí: de donde estuvo la Verónica, dos al norte. ¿Y dónde estuvo? A saber. Ahora imaginaos que en 1972, en Managua, un terremoto destruye todos los edificios de más de un piso de la ciudad, excepto el banco de América y las paredes de fuera de la catedral. De donde fue…
Para San José de Costa Rica, Chepe como lo llaman aquí, yo me había apuntado la dirección de mi hermana con todo detalle. Pero bastó con decirle al taxista el nombre de su casera. En una ciudad de 1,4 millones de habitantes.
Llego a casa de mi hermana por la tarde. Nos vamos a dormir temprano, y a las 3:45 y ya duchadas, mi hermana Espe llama a un taxi por Skype. Aquí no hay central de taxis: tienes que conocer a alguien. Suena dormido (¡normal!), y le dice que no le merece la pena levantarse para venir a buscarnos. Es verdad que estamos cerca, pero llevamos equipaje y es muy de noche. En la calle encontramos otro, que nos cobra el triple de lo que vale la carrera (incluso después de regatear). Yo me acuerdo de Júramelo, y pienso: para esto valen las centrales. Porque o eres de un sitio y conoces a alguien que sea bueno y honrado, o el que encuentras de chiripa te tima.
Cuando mis padres fueron a Nicaragua la primera vez, les preguntó un estadounidense:
-¿Y ustedes, de dónde son?
-De Cartagena, España- respondieron ellos.
-Ah, muy bien. ¿Y en qué autobús llegaron?
-¡!
Esta vez mi hermana y yo tendríamos una respuesta: en el autobús de TransNica.
Este bus tardará más en llegar a Managua de lo que tardó el vuelo Madrid-San José: más de diez horas para 435km.
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Cuando después de una hora en la frontera pasamos el puesto de Peñas Blancas, arrancamos y suena (no miento) Born to be alive. Es un momento emocionante.
Pero la canción que le sigue probará de nuevo su poder destructivo: es Boys, Boys, Boys, de Sabrina.
En el momento cumbre, el asiento de delante se rompe, cede y me cae encima.
No duele, y aprovecho mi experiencia en sentadilla en máquina para, empujando con los pies y con la ayuda de los de delante, ponerlo de nuevo en su sitio. Pero durante las siguientes tres horas se irá deslizando de nuevo poco a poco, comprimiéndome en el asiento. Por lo menos a Johann, el niño que viaja encima de su madre a mi lado, no le ha pasado nada. En el pasillo hay personal de TransNica, que viaja de pie junto con otros pasajeros, así que aunque se baja gente en algunas paradas, no redistribuyen a nadie hasta que casi hemos llegado.
Al otro lado del pasillo viaja una anciana nica con su nieta de cinco años. Es una señora tostada por el sol, arrugadita, con una cinta en el pelo. Al ver la rotura, se lamenta con la cabeza, como murmurando ya llegamos a Nicaragua. Finalmente se dirige a la chica que estaba sentada en el asiento en cuestión:
–Yo le hacía una foto y la subía al Facebook.
Conversan.
–Sí sí sí, que le devuelvan, lo menos, la mitad del billete.
Voy como bebiendo cada detalle del paisaje. Pasamos por la ribera del lado Nicaragua. La orilla de la Panamericana tiene muchos restaurantes, hoteles y granjas eólicas. Se ven muchas antenas de telefonía.
Más tarde nos contará McCrary de que en Nicaragua todo se polariza:
Claro solía ser estatal. Ahora es mixta.
La carretera cada vez está mejor según nos acercamos a Granada. Parece que los nicas le dan mucha más importancia al transporte terrestre que los ticos (una herencia de tiempos del ejército, nos dirá más tarde Krushenka). Sin embargo, el aire acondicionado se rompe a las dos de la tarde. La parte buena es que nos dejan abrir las ventanas, con lo que mis fotos ya no tienen el filtro glamuroso de la mugre del cristal y mi hermana ya no tiene que ir junto a la puerta del baño y sin ventilación potente.
En la carretera de granada a Masaya y Managua hay muchos bares. Uno de ellos tiene unos enormes escudos del Barça y del Real Madrid: LIGA ESPAÑOLA / CLÁSICOS, dice. En este viaje vamos a ver a muchos nicas con camisetas de Messi. Soy incapaz de deciros si son de esta temporada o no.
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Ahora mismo salgo para el aeropuerto, a la parte San José de Costa Rica-> Madrid.
Continuará…
Yo apoyo este manifiesto. Esencialmente, que te corten el acceso a internet, sin mediación de un juez ni nada, es inadmisible. Imaginaos que te cortaran la luz porque tocas canciones con copyright. Es de locos. — Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio
Nací en el Caribe, crecí en el Mediterráneo, y quiero ver qué me depara California. Quedan cinco días para comenzar el viaje hacia Silicon Valley. Es un viaje que realmente empezó hace unos meses, cuando nos admitieron al programa Yuzz con Júramelo.es, la nueva plataforma de traducción jurada online que llevamos ya dos años cocinando.
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