Hay una palabra fascinante en español: escrúpulo. Igual que «Pablo» viene de paulus, pequeño, escrúpulo viene de scrupŭlus, de scrupus paulus: piedrecita, piedra pequeña.
Si se te mete una piedrecita en una sandalia, estarás incómodo, no andarás seguro de ti mismo. Hoy los escrúpulos son esas partes de nuestra mente que nos hacen estar incómodos ante situaciones dudosas, en las que no sabemos si algo es bueno o malo, si es correcto o incorrecto.
En este sentido, esta incomodidad es algo constructivo. Es una alarma que nos hace bajar el ritmo, parar e intentar sacarnos la piedra del zapato. En esa pausa nos planteamos: ¿estoy obrando bien? ¿o en esta situación soy una persona sin escrúpulos, que puede seguir andando como si nada?
En la vida nos encontramos con muchos gigantes, y a veces no podremos ser el David de ese Goliat. Pero quizá podamos ser su piedrecita en el zapato, su escrúpulo. Alguien me dijo hace años, cuando era una activista casi bebé: «al final, solo aspiramos a ser las moscas cojoneras del poder; podrán hacer lo que quieran, pero no sin que les estorbemos».
Parece poca cosa, aspirar solo a molestar. Sembrar escrúpulos es hacerse incómodo. Pero si finalmente en mi tumba pone donde hubo injusticia, fue una presencia incómoda todo esto habrá servido para algo.
PD: Esta semana han liberado a Yecenia, la víctima de tortura encarcelada por cuya libertad trabajábamos durante el SOS 4.8.
¿Os acordáis de lo que dije ayer, sobre estar descansada y que las cosas fueran fáciles? Pues hoy no es uno de esos días. Estoy hecha polvo. En cualquier caso, el tema de hoy no es ése. Va dedicado al otro Quique, el que no está aquí sino allá. El tema de hoy es: El
Una reimpresión 😉 del número de The Onion del 6 de octubre de 1783, poniendo a parir a Webster, vía The Language Hat. Me encantan estas partes: … and this pompuss, detestible New-England School Marm should be a-Sham’d to assume he is more Qualliflied than his Fellow Man to instruck the Englysh Langguige & defy
Alguien le gasta una broma pseudo-estúpida a Quique por la calle, cosa que nunca comprenderé. Pablo me mira con cara de «¿tú te has enterado de qué acaba de pasar?» y nuestra telepatía falla por un momento, con lo que me tengo que conformar con expresar mis pensamientos con palabras y delante de los niños.
Comentarios