Estabas frío,
te culpé.
Estabas muerto,
me culpé.
Estabas mudo,
me sentí sorda,
la culpé.
¿O estaba yo sorda?
Estabas ido.
No es culpa de nadie.
Estaba sola,
contigo, allí.
Volví a casa,
y tú me diste
la espalda.
El día de la nevada del 83 fue el que me mudé a Murcia por primera vez. Mi padre había conseguido trabajo (en Maristas, enseñando filosofía) y yo aún era hija única. Fue el día siguiente a su cumpleaños. Dos chavales de 25 años con una niña pequeña veían sus cuatro muebles llenarse de nieve
Visto el microéxito del microrrelato, aquí os subo una versión en PDF para imprimir, enviar por email, prestar, regalar, colgar en el armario, llevar en la cartera… He toqueteado el formato estándar un poquito para que se pueda imprimir y leer bien en una hoja A4 por las dos caras, a dos columnas. Recuerda, con
El día de mi boda, hace ya nueve años, mi familia me preguntaba con mucho interés quién era esa señora de pelo corto y blanco sentada a mi mesa, al lado de mis padres. La respuesta es simple, pero no corta.
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