Empecemos por dejar las cosas claras. Hay unos señores a los que les encargamos que hicieran un trabajo, y no solo no están entregando los resultados requeridos, sino que no están haciendo las tareas que presentaron en el proyecto inicial. Eso está mal, y hay que decirles que se vayan a su casa, que vamos a contratar a unas personas diferentes para este encargo. El problema es que se han hecho fuertes en el edificio y los trabajadores de seguridad están a sus órdenes.
El problema es que, sorpresa, esos señores están en el Gobierno, y no se quieren ir.
Responden argumentos con porrazos. Ya se veía venir cuando en Nochevieja compraron un millón y medio de euros en gas lacrimógeno y botes de humo (BOE).
¿Cómo hacer que un Gobierno te escuche? Si yo tuviera la clave, no estaría dedicándome al tema de las traducciones juradas por internet. Pero a lo que íbamos.
Hasta ahora me había tomado mi puesto como de servicios mínimos (¿no somos tan imprescindibles los traductores?). La jefa siempre es servicios mínimos, o eso me enseñaron mis padres. Es lo que permite a los demás irse y que no se hunda el barco. Pero ha llegado un momento en el que siento que tengo que tomar cartas en el asunto, o al menos dar ejemplo, o algo. Como persona no puedo dejar que pase como un día más.
Yo defiendo las protestas pacíficas, y estas medidas que yo voy a tomar, aparte de escribir esto puesto que aún puedo, lo son:
Si no fuera por este último punto, podría ser uno de los días más productivos de mi carrera XD
PD: He descubierto que hay una web de empresarioscontralosrecortes.com y un facebook.
¿Y vosotros, qué plan tenéis para mañana, 14 de noviembre?
Nos han premiado en el XVIII Concurso de Proyectos Empresariales con nuestro proyecto aún en desarrollo «Júramelo». Ya está saliendo en bastantes medios. En breve os cuento por aquí cómo va Júramelo, puesto que es bastante más que «una agencia de traducción a través de Internet para abaratar costes» como dice la nota del Ayuntamiento.
Decíamos ayer, que nosotras no comprendíamos qué fascinaba tanto a Roberto Sáinz la casa en la que creció, hasta que la vimos. Le habían puesto el nombre del gran héroe nacional: Rubén Darío, el padre del modernismo (este poema, Divagación, gustará a los traductores del público). Para el resto: Lo fatal Dichoso el árbol, que
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