¿Por qué seguir? Jobs, Rowling, Pink, Pausch y la motivación

¿Por qué seguir?

(O por qué parar).

En los últimos años he descubierto que es la pregunta del millón. ¿Qué es lo que te lleva a hacer lo que haces? No por qué lo empezaste: por qué lo sigues haciendo. No por qué lo convertiste en una rutina: por qué no la interrumpes. ¿Por qué esto y no otra cosa?

Cuando abrí Matiz la gente me preguntaba ¿es difícil abrir una empresa? Ya desde el primer año, y ahora que queda tan poco para que cumplamos cuatro años, la respuesta está clara. Lo más difícil no es abrir el primer día. Lo difícil es abrir todos los días. Los buenos, y los menos buenos.

Llegado a un punto, lo siguiente más difícil es parar, irte a casa y hacer otra cosa. Da un poco de miedo, a veces: pero hay que hacerlo.

¿Por qué una empresa? ¿Por qué esta y no otra? ¿Por qué así y no de otra manera? ¿Por qué abrir una empresa aquí en vez de trabajar para una empresa grande allá, o dar clase de español en una isla griega, volver a la universidad y estudiar Bellas Artes, o trabajar a tiempo completo para una ONG de las que respeto, o escribir mucho y traducir poco (y no al revés)? Estas preguntas son necesarias. Es positivo cuestionarse el camino que uno ha emprendido (¡aunque no todo el rato!).

Al final, lo que gana, lo que te decide (en mi caso) es que no querría trabajar en una empresa que me impidiera hacer lo que voy a hacer ahora. No es un secreto que ahora mismo he cambiado mis prioridades durante al menos unos meses aplicado el cuento en mi vida real. ¿Por qué no parar unos meses y dedicarme a esta otra cosa? Y sobre todo: ¿cuál sería el precio de no parar? ¿qué error estamos dispuestos a asumir?

NOTA: Que no cunda el pánico: mi flamante socia María José Torrente se ocupa de Matiz mientras no estoy.

Quique y yo

Pablo siempre me dijo que me faltan vidas para hacer todo lo que quiero hacer. @Minimaiko por su parte, que en su caso su trabajo es lo que hace, y en el mío, mi trabajo es lo que soy (y por eso sufro). Luego leí algo parecido de Jobs en la entrevista que le hizo Stephen Fry: No pienso en mi vida como una carrera profesional. Hago cosas. Respondo a cosas. No es una carrera: ¡es una vida! («I don’t think of my life as a career,» he says. «I do stuff. I respond to stuff. That’s not a career — it’s a life!»). De @Yoriento se me quedó la frase motivación es tener motivos.

Hay cuatro vídeos que se me han quedado grabados en la memoria en los últimos años. Pienso que merece muchísimo la pena verlos, especialmente los tres primeros, que cuentan en primera persona su experiencia. Son, además, J. K. Rowling, Steve Jobs y Randy Pausch: una escritora, un emprendedor y un académico, hablando para (respectivamente) Harvard, Stanford y Carnegie Mellon.

Los tres, en resumen,  hablan de por qué debes hacer lo que te dé la gana con tu vida. Se dicen muchas tonterías sobre la importancia del fracaso, pero en cierto sentido el fracaso es sólo un tipo de dolor que, bien vivido, te ayuda a aclarar la mente: ¿qué he perdido? ¿qué ha quedado?

¿Sabíais que J. K. Rowling trabajó en su día en Amnistía Internacional? ¿Que está demostrado que los incentivos puramente monetarios desincentivan? ¿Que cuando dejas algo tienes la oportunidad de empezar otra cosa? ¿Que las cosas que soñaste que harías… a lo mejor, puede ser, que no fueran tonterías?

Una de las cosas que me encanta de vivir en el aquí y el ahora (en vez de en una de mis mil vidas a lo pirata cojo de Sabina) es que yo también puedo escuchar a estas personas, tal y como hablaron a los alumnos de esas universidades en las que (de momento) no he puesto un pie.

Hoy os dejo los vídeos, os los comento uno a uno en otros «momentos pomodoro» que me deje el peque de la casa.
(Así avanzo, porque si no no publicaré esto nuunca… 🙂

J.K. Rowling Speaks at Harvard Commencement, «Los beneficios marginales del fracaso, y la importancia de la imaginación» de Harvard Magazine en Vimeo. El texto completo está aquí.

The first thing I would like to say is ‘thank you.’ Not only has Harvard given me an extraordinary honour, but the weeks of fear and nausea I have endured at the thought of giving this commencement address have made me lose weight. A win-win situation! Now all I have to do is take deep breaths, squint at the red banners and convince myself that I am at the world’s largest Gryffindor reunion.

Delivering a commencement address is a great responsibility; or so I thought until I cast my mind back to my own graduation. The commencement speaker that day was the distinguished British philosopher Baroness Mary Warnock. Reflecting on her speech has helped me enormously in writing this one, because it turns out that I can’t remember a single word she said. This liberating discovery enables me to proceed without any fear that I might inadvertently influence you to abandon promising careers in business, the law or politics for the giddy delights of becoming a gay wizard.

You see? If all you remember in years to come is the ‘gay wizard’ joke, I’ve come out ahead of Baroness Mary Warnock. Achievable goals: the first step to self improvement.

(Destaco algunas cosas graciosas, pero lo interesante es el discurso completo).

De repente, algunas cosas encajan:

One of the greatest formative experiences of my life preceded Harry Potter, though it informed much of what I subsequently wrote in those books. This revelation came in the form of one of my earliest day jobs. Though I was sloping off to write stories during my lunch hours, I paid the rent in my early 20s by working at the African research department at Amnesty International’s headquarters in London.

Pero bueno, os lo estoy poniendo todo desordenado. Me ha inspirado de muchas maneras:

So why do I talk about the benefits of failure? Simply because failure meant a stripping away of the inessential. I stopped pretending to myself that I was anything other than what I was, and began to direct all my energy into finishing the only work that mattered to me. Had I really succeeded at anything else, I might never have found the determination to succeed in the one arena I believed I truly belonged. I was set free, because my greatest fear had been realised, and I was still alive, and I still had a daughter whom I adored, and I had an old typewriter and a big idea. And so rock bottom became the solid foundation on which I rebuilt my life.

Steve Jobs en Stanford, me lo mandaron mil veces pero sólo lo vi cuando me lo envió mi padre. Que (cuña publicitaria) acaba de sacar un libro nuevo, esta vez sobre Ética profesional de los profesores.

Randy Pausch: «Last Lecture: Achieving Your Childhood Dreams» (Y gracias a @Txemacg de 1/4 de ambiente por dejarme el libro)

Dan Pink: «The surprising truth about what motivates us» (Via Conor Neill)

Arriesgándome a superar la cuota admisible de jipismo californiano, cierro con esta cita (via Willow Vanderbosch, destacados míos) de este libro que al parecer es un clásico, pero que yo no conocía, y que viene a resumir la cuestión:

Anything is one of a million paths. Therefore you must always keep in mind that a path is only a path; if you feel you should not follow it, you must not stay with it under any conditions.

….

All paths are the same: they lead nowhere. They are paths going through the bush, or into the bush. In my own life I could say I have traversed long, long paths, but I am not anywhere. My benefactor’s question has meaning now. Does this path have a heart? If it does, the path is good; if it does not, it is of no use.

Both paths lead nowhere; but one has a heart the other does not. One makes for a joyful journey; as long as you follow it, you are one with it. The other will make you curse your life. One makes you strong; the other weakens you.

The trouble is nobody asks the question; and when a man finally realizes that he has taken a path without a heart, the path is ready to kill him. At that point very few men can stop to deliberate, and leave the path.

A path without a heart is never enjoyable. You have to work hard even to take it. On the other hand, a path with heart is easy; it does not make you work at liking it.

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Comentarios

Ander Isuskiza
29 septiembre, 2010

A veces cuesta encontrar motivación, pero con ganas y trabajo se consiguen. Entradas como ésta también ayudan 🙂

Judith Carrera
29 septiembre, 2010

¡Un mensaje conmovedor! Hay días que cuesta seguir adelante con tus sueños, pero no hay que rendirse. En todo caso, hay que pararse, reflexionar y cambiar lo que puedes hacer mejor.Muchas veces si no conseguimos lo que queremos es porque realmente no nos proponemos conseguirlo de verdad.
Por cierto, tu bebé es un primor 🙂
Un saludo,
Judith

Bego
30 septiembre, 2010

Gracias, Ander y Judith. Que comentéis también me motiva a mí a seguir escribiendo… espero que pronto pueda seguir con la serie, porque me interesa mucho este tema 🙂

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