Yo siempre intento arreglarlo. Pero a veces la gente no quiere que arregles nada, quiere que escuches y punto.
En ese momento, para mí, se convierte en una experiencia masoquista: intentando disfrutar de la compañía y a la vez aguantar el dolor de ver cómo alguien se la pega, sin intervenir, sin hacer ni decir «nada».
«Nada», excepto escuchar y decir: «uf, eso suena muy duro».
—Uf, eso suena muy duro.
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Actualización: Me pasa Sabela en los comentarios este otro vídeo, muy ilustrativo, sobre la diferencia entre empatía y pena (ojo al falso amigo sympathy/simpatía):
¿Se puede tener más paciencia? ¿Cuánta? ¿Para qué? Hubo una época en la que sentía una presencia en el universo, y le hablaba. Le decía: dame paciencia. Porque no tengo. Solo mucho más tarde escuché el famoso chiste: Señor, dame paciencia… dame paciencia, porque si me das fuerza ¡lo mato!
—… de acuerdo, así quedamos. ¡Hasta luego! —cuelgo una llamada y ya hay otra esperando, lleva un rato pitándome el oído. Debe ser el mensajero de antes, que quiere que baje. —Hola, ¿cuánto tardas en bajar para recoger el paquete, como hemos dicho antes? —¡Estoy ya abajo! —Caramba, ¡qué rápida! Eres más rápida que Supermán. Bueno,
Gestionar es una palabra curiosa. Últimamente la estoy oyendo mucho. Una de las últimas veces, en la conferencia de Luis Huete en su conferencia en el Día del Emprendedor del Instituto de Fomento. Estuvo hablando de su nuevo libro, Construye tu sueño (aquí se puede leer el primer capítulo). Je, ha sido gracioso, porque al
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