Yo siempre intento arreglarlo. Pero a veces la gente no quiere que arregles nada, quiere que escuches y punto.
En ese momento, para mí, se convierte en una experiencia masoquista: intentando disfrutar de la compañía y a la vez aguantar el dolor de ver cómo alguien se la pega, sin intervenir, sin hacer ni decir «nada».
«Nada», excepto escuchar y decir: «uf, eso suena muy duro».
—Uf, eso suena muy duro.
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Actualización: Me pasa Sabela en los comentarios este otro vídeo, muy ilustrativo, sobre la diferencia entre empatía y pena (ojo al falso amigo sympathy/simpatía):
El saludo de moda de hoy es «¡Yo ya he votado! ¿Y tú?». O al menos, espero que lo sea. ¡Venga, a votar! Que hace un domingo precioso. Dice la que se ha pasado los últimos cuatro días con 38 de fiebre… Ya estoy mejor, gracias.
Este sábado conseguí (¡Zas!¡Pow! y como dice la ilustración: ¡Plaf!) ir al cine a ver una película, y de camino me encontré en la Biblioteca Regional una gran loneta con la agradable noticia de que vuelven los II Encuentros de cómic de Murcia. Leo en murciacomic.com que Cómic Corner… … hace alusión a Hyde Park
¿Se puede tener más paciencia? ¿Cuánta? ¿Para qué? Hubo una época en la que sentía una presencia en el universo, y le hablaba. Le decía: dame paciencia. Porque no tengo. Solo mucho más tarde escuché el famoso chiste: Señor, dame paciencia… dame paciencia, porque si me das fuerza ¡lo mato!
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