Nicaragua, con tus propios ojos (IV): acaba el primer día con luces de Navidad

Sigo contando el viaje a Nicaragua. Me decía a mí misma:

Es la primera vez que vengo, pero no es la primera vez que estoy

Nos habíamos quedado hablando delante de los monumentos de los grandes líderes de la revolución. Mi padre me hablaba en su día de la falta de mandos intermedios. Había grandes intelectuales con grandes ideas, y el pueblo. ¿Y en medio? No había nadie que pudiera hacer que esas ideas se convirtieran en realidad.

Se ve mucha actividad de construcción y reparación e Managua: en las casas, en las carreteras. Ni de lejos es tan bonita como Granada, porque para eso tendría que ser una ciudad con calles, y es más bien una serie de fincas muy juntas.

Estamos acostumbrados a la noción de ciudad como calles y casas espalda con espalda, con miles de años de capas parecidas debajo.

Managua es un bosque del que asoman tejados, cruzado por carreteras, sí, ahora asfaltadas y adoquinadas. Los adoquines son herencia de Somoza, que tenía una fábrica de ladrillos. Roberto nos decía que le salió el tiro por la culata, porque eran fáciles de arrancar y arrojar, o convertirlos en barricadas.

Nos decía Roberto «el Pollo» Sáinz que nuestros padres llegaron la retaguardia d elas brigadas de internacionalistas, y que era difícil, más difícil, ir convirtiendo un impulso revolucionario como la cruzada en algo permanente, de todos los días. La educación de adultos se acabó cancelando cerca del 90. No queda claro si cancelado por los últimos sandinistas o ya por Violeta Chamorro.

¡Cómo se le llenaba la boca de insultos al hablar de Violeta, de los piñatistas, los congresistas actuales! De hijoeputa para arriba, salían a borbotones. Luego se paraba y decía: esto es en el terreno de lo que hacen, yo a Doña Violeta… Doña Violeta me saluda: si nos vemos, nos conocemos. Igual Daniel Ortega quiere que vuelva,  y yo le digo: a ti tengo ley, me cases bien. Pero no soporto a esos ladrones con los que te juntas, es que no puedo.

Parece que fundaron otro partido de renovación sandinista, pero no fue bien y también se alejó. Lleva nueve años jubilado, está operado de corazón, de cáncer, de todo: no debe tomar disgustos y se nota que los tomaría. Y mucho. Por ejemplo, con las luces de Navidad:

Espe, Roberto y Bego frente a la catedral de Managua.

Espe, Roberto y Bego frente a la catedral de Managua.

¿Las luces de Navidad? ¿Por qué debería uno enfadarse con las luces de Navidad?

La luna, la «concha acústica» que hicieron para la visita del Papa, y un árbol de Navidad sin árbol, gigante.

La luna, la «concha acústica» que hicieron para la visita del Papa, y un árbol de Navidad sin árbol, gigante.

El problema es que estamos en Semana Santa, y aún no han retirado las luces de Navidad. El respetable protesta del excesivo gasto de luz. Roberto «del monumento que hiciero para ese hijoeputa de Juan Pablo Dos, que no quiso bendecir a aquella familia, y cómo se lo hizo pasar a Cardenal».

Cardenal. El Papa. La revolución sandinista como revolución cristiana, la teología de la liberación… es un jardín en el que no me voy a meter hoy. La visita del Papa da para mucho: para un libro, para un documental de una hora… caramba, qué casualidad. Aquí hay uno entero en YouTube, que acabo de descubrir y que tengo muchas ganas de ver.

Y con esto os dejo hasta mañana, que espero poder llegar al segundo día de mi viaje a Nicaragua.

Espero terminarlo antes de que llegue la Navidad.

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