Hasta los cajones

Os voy a contar una cosa que espero os escandalice: las deudas de las entidades públicas no son tan malas como dicen los periódicos. Son mucho peores, porque han decidido… dejar de contabilizar las facturas. Es la ley del cajón.

Facturas enterradas, enterrados en facturas

Facturas enterradas, enterrados en facturas

¿En qué consiste la ley del cajón?

Pues es una orden que viene de arriba, cuando se superan los presupuestos, se superan los recortes, se sigue gastando de todas maneras… por buenas o malas razones, se llega al tope ¿y entonces? Técnica del avestruz. Pero en vez de enterrar la cabeza en la arena, se entierra la factura en un cajón, y a correr. Y mientras la gente tenga paciencia, no se descubre el pastel.

Tú has pagado tus proveedores, sueldos, IVA, IRPF, alquiler, luz, agua, teléfono, ADSL, intereses del banco… y mientras, ¿tu factura?

Tu factura estaba de parranda. No lleva meses (años…) esperando pacientemente que le llegue su (cronológico) momento, sino que está en un limbo perdido de lo que nunca debería haber existido. Es la noche loca del gasto, es la cana al aire que se quiere olvidar. Y luego llegamos los proveedores a intentar cobrar, con el bombo de los intereses de demora. Que buena suerte a todos con eso.

¿Cómo evitar que te apliquen la ley del cajón?

Ojalá tuviera la receta, porque cogería menos disgustos. He aquí algunas buenas prácticas (que valen para otras situaciones de cobro difícil):

  • Presupuesta antes de facturar. Haz que te acepten el presupuesto por adelantado, así tendrás algo a lo que agarrarte si luego se desentienden de la factura.
  • Factura a tiempo (inmediatamente o casi). Así no pierdes el contacto con la persona encargada.
  • Haz seguimiento de tu factura. Pide un número de referencia, los datos del gestor de facturas para proveedores, y comprueba periódicamente que está todo en orden. Así es como lo descubrirás cuanto antes.
  • Sigue haciendo seguimiento de tu factura. No hay nada deshonroso en llamar cada cierto tiempo, incluso en que te conozcan. Yo he llegado a tutearme de buen rollo con ciertos contables «llamo para preguntar por mi nene (=mi dinero), a ver si está bien abrigado, si come bien…»
  • Para los particulares y empresas tenemos el recurso de recurrir a los tribunales, pero ¿y con la administración? Veremos qué pasa…

¿Y vosotros, hay algo que os funcione?

+ info:

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Comentarios

André Höchemer
16 febrero, 2012

Es triste, muy triste, pero, por todo lo que comentas, Bego, he tenido que dejar de trabajar para las administraciones públicas o instituciones que dependían directamente de su financiación. Las grandes compañías, a su vez, suelen intentar imponer sus propias reglas para los pagos, aunque tengan dinero. Parece que es un cuestión de orgullo o de demostrar «quien manda»… De hecho, no hay nada como trabajar PYMES y particulares, que sí saben valorar nuestro trabajo y pagan religiosamente, porque no están acostumbrados a “jugar” con dinero que no tienen…
Como bien dices, el seguimiento de una factura es fundamental, porque nadie se preocupa por tu dinero como tú. En algunos casos, he tenido que hacer «huelga» y dejar de aceptar encargos nuevos de un cliente puntual cuando llevaba mucho retraso con sus pagos. El último caso ha sido una fundación, financiada en parte con dinero público, que, tras varios meses de retraso, consiguió dinero y me asignó una partida que no solo cubrió lo ya traducido sino también futuras traducciones, que iré descontando del pago anticipado. Así sí da gusto trabajar…

¡Un abrazo y ánimo con los pagos!

PD: Siempre puedes decirles a tus clientes más remolones que «menos tocar cojones y más tocar cajones…» 😉

Juan
22 febrero, 2012

Efectivamente las facturas van al cajón, y los cajones están llenos de facturas. Pero, ¿qué hay relamente detrás de esta práctica? Es sencillo, nuestros gobernantes están financiando su nivel de vida y gobierno, sus campañas electorales con esta demora en el pago (impago, mejor dicho) que perjudica, primero, a todos los proveedores que os habéis convertido en sector financiero de las administraciones públicas y, después, a todos los ciudadanos que, al final, somos los que debemos pagar esta «graciosa» herencia que nos van a dejar para las próximas décadas… y digo yo, si los proveedores con facturas no cobradas están financiando las administraciones públicas y actúan como «parte» del sector financierio ¿por qué no reciben, al menos, una décima parte de las ayudas que entregamos a bancos y cajas?.
Tomar decisiones es difícil cuando no son agradables, pero si no están dispuestos a tomarlas que se vayan a su casa…

Bego
24 febrero, 2012

Es aún mejor, a ver:
1) El gobierno no paga a los proveedores.
2) Los proveedores nos convertimos en financieros: somos los que de hecho prestamos el dinero al gobierno. Nosotros ayudamos al gobierno, en vez de que nos ayude el gobierno a nosotros.
3) Los bancos no nos prestan dinero (se lo quedan). Bueno, allá ellos, es su dinero.
4) El gobierno paga a los bancos para que no se hundan, puedan prestar dinero, y no se hundan las empresas (a las que no les paga).
5) Los bancos no nos prestan dinero (se lo quedan). Bueno, allá ellos, es su… ah, no, espera, es el dinero de todos. Que ya es nuestro. Porque no nos pagan. Pero se lo dan a otros.
6) Espera, ¿por qué se lo han dado por la cara a los bancos en vez de pagar sus deudas?
5) ¿Hola? Ya me he perdido.

¿Y si, para reactivar la economía, el Estado pagara sus proveedores, como todo hijo de vecino? Fíjate qué cosa revolucionaria estoy diciendo: comprar una cosa, y pagarla.

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