Los cambios vitales tristemente no son momentos llenos de música dramática de fondo y efectos de luz, sino pequeñas acciones aparentemente intrascendentes, que se convierten en manías, costumbres, y finalmente en tu nueva vida, no 2.0, sino 1.000001 (beta).
Son cosas pequeñas que van acumulando valor, como una huchita. Y los pequeños cambios vitales que llevan a grandes resultados empiezan, en mi experiencia, con tres acciones que de por sí son inocuas. Para mí, son estas tres:
¿Suena tonto, verdad? Nos pasamos el día leyendo tuits, contestando, conversando ¿no es cierto? Pues no me refiero a eso. Me refiero a leer libros de los de toda la vida, a apuntarlo y a contárselo a alguien. El resto son detalles: si es la agenda, o la libreta de cosas accionables, o en la lista de Evernote o Wunderlist*.
Decía un cliente mío: if you think it, ink it. Si lo piensas, apúntalo. Ya tendrás tiempo luego de no hacerlo nunca si es mala idea. Yo añado: si quieres hacerlo, ponle una fecha y una hora. Que suene una alarma en el móvil. Cuéntaselo a alguien. Escríbelo en un sitio donde tus amigos luego te lo puedan echar en cara, o donde te imagines al menos que podrían hacerlo. La idea es reprogramar la presión social para que te presione a cosas que tú, en verdad, quieres hacer.
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Bola extra 1:
* Wunderlist es un precioso y útil servicio de lista de tareas, que se sincronizan entre todos tus cachivaches (PC, Mac, iPhone, Android). Tiene una web fantástica, yo quiero una igual pero que venda lo mío (y sin que me denuncien los 6Wunderkinder).
Bola extra 2:
Os cuento mi lista de borradores, para que me presionéis obligarme a acabarlos: a) Linguee, b) Analfabetismo nutricional, c) Contreinta, d) Educar para la desobediencia.
A lo que hay encima, que es lo más interesante: libros, libros, y más libros. Llevo un tiempo queriendo escribir sobre el caótico batiburrillo curioso conjunto libros junto a los que duermo, y a veces incluso, leo. Sin embargo, van cambiando a menudo y normalmente no me parece que sean material de blog, por decirlo
Es muy fácil elegir un personaje, y cuando no funciona, echarle la culpa al personaje, o cambiarlo, en vez de mirar hacia dentro y ver qué problema tenemos en realidad. Hay un cuento que oí en alguna parte y no he vuelto a encontrar. *Si sabes de quién es, déjame un enlace en un comentario.
22 preguntas y 22 respuestas honestas, como por ejemplo, que odio a los gatos. Hala, está dicho.
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